Una aficionada llamada Xirgu

En la foto se ven en una barrera de una plaza de toros a dos grandes del toreo -los hermanos Rafael y Joselito, los Gallo- como anfitriones de una tarde de toros de Jacinto Benavente y dos actrices legendarias. Nada más y nada menos que María Guerrero y Margarita Xirgu. Todos en el ruedo ibérico de un coso taurino y todo en un ambiente de fiesta y cordialidad, que ahora lo quisiéramos para estas tierras.

La foto solo viene a demostrar la normalidad con que se vivía la Fiesta, lejos de acosos animalistas y de tejemanejes políticos. La Xirgu y la Guerrero, dos grandes damas de la escena, y un dramaturgo por excelencia como Benavente, al lado de dos toreros famosos de las primeras décadas del pasado siglo.

Eran unos años duros en los que las corridas de toros eran parte importante en una sociedad especialmente convulsa. En ese tendido de una plaza de toros dos madrileños, dos sevillanos y una catalana. Dos maestros del toreo, y tres aficionados. Sin prejuicios, sin esa locura que ahora nos invade. Sin supremacismos.

La Xirgu seguro que hubiera querido acudir muchas más veces a una plaza de toros, pero ella, como miles de aficionados ahora, tampoco pudo volver a su plaza de Barcelona. En la cumbre de su éxito, en 1936 deja la Ciudad Condal con la idea de volver... El exilio, las giras por Argentina, Uruguay, México... La muerte en 1969, y el homenaje de la Generalitat en el centenario de su nacimiento. La aficionada Xirgu.