La ventaja de Junts tensiona a ERC y condiciona los pactos
Los republicanos podrían evitar la repetición electoral ante el miedo a una derrota más severa en otoño
Investir a Illa pero no entrar en el Govern evitaría el quebranto interno aun a costa de la pérdida de cargos
Directo | La última hora sobre la campaña electoral del 12M en Cataluña
Pacto para aislar a Vox y Aliança Catalana en el futuro Parlament
Barcelona
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Iniciar sesiónLas elecciones de este domingo en Cataluña son en realidad dos votaciones: una para conocer el vencedor –en este caso parece claro que será Salvador Illa (PSC)– y otra para saber quién gana el liderazgo independentista, con Junts, según todas las encuestas y sensaciones, ... con una clara ventaja. Desde que Carles Puigdemont decidió abandonar su refugio en Waterloo para liderar la lista de su partido, la ventaja republicana en los sondeos se evaporó y, con el paso de las semanas, la distancia entre el expresidente fugado y su némesis en la lucha 'indepe', Pere Aragonès, ha ido acrecentándose. La paradoja, y también el drama para Esquerra a efectos de quebranto y división interna, es que, sea cuál sea el resultado, lo más probable es que tras el 12-M serán los republicanos los que tengan la capacidad de decidir cuál es el próximo presidente de la Generalitat y en qué condiciones o si hay repetición electoral en otoño, el 13 o 20 de octubre, como fechas probables. Un muy incómodo 'dret a decidir' para los republicanos que, en este caso, estará condicionado por la magnitud de la previsible derrota de Esquerra a manos de Puigdemont.
El sondeo más reciente lo publicó ayer 'Adelaida Times', no por un súbito, y enfermizo, interés en Australia por la política catalana, sino como una manera de burlar, en este caso por parte de 'El Periódico', el anticuado, de otra era tecnológica, artículo 69 de la ley electoral, que prohíbe la publicación de sondeos electorales la semana anterior a las votaciones. Dicha encuesta apuntaba ayer que, por detrás de Illa (39-42 diputados), Puigdemont, con una horquilla de entre 34 y 37, consolida su ventaja sobre un Pere Aragonès hundido en los 21-24 asientos en el Parlament, una ventaja considerable, dolorosa, inimaginable cuando hace apenas unos meses la posibilidad de un adelanto electoral era impensable y Esquerra, pese a la sequía y las dificultades de gobernar en minoría tras la huida del Govern de Junts en 2022, se preparaba para agotar la legislatura.
La evolución de las encuestas señala que Puigdemont podría estar beneficiándose de un efecto bola de nieve 'indepe', una movilización a su favor del electorado secesionista a medida que la distancia con ERC crece e incluso acarician la posibilidad de llegar a acercarse al resultado del PSC. Eso, no obstante, es algo que ahora las encuestas no contemplan ni comparando la horquilla más alta y más baja de cada partido pese a que los socialistas parecen algo estancados tras el arreón inicial de la primera semana.
«Junts ha sabido jugar sus cartas. Marcharon del Govern, han hecho una oposición descarnada, nos machacaron por apostar por el diálogo con el PSOE para acabar haciendo lo mismo. Y han acabado jugando la carta personalista de Puigdemont», señalan en la calle Calabria, sede barcelonesa de ERC, para explicar el 'sorpasso' demoscópico y donde la resignación se extiende. «Parece que les está funcionando», reconocen sin ambages mientras señalan la extraordinaria «resiliencia del gen convergente», capaz de rehacerse tras morder el polvo. «Aunque nos ganen por un voto de diferencia, podrán venderlo como una gran victoria», señalan las mismas fuentes.
Pese a esta consideración, la diferencia entre perder por un voto o por muchos no es inocua y condicionará qué decisiones puedan tomar los republicanos en cuanto a la política de pactos, sin descartar también el impacto en cuanto a los liderazgos internos, con el siempre complicado equilibrio entre Pere Aragonès y el presidente del partido, Oriol Junqueras, a quien, una vez aprobada la ley de amnistía y el fin de su inhabilitación, se le podrían abrir horizontes nuevos.
«El drama para Esquerra es que, pese a que todas las fórmulas pasan por ellos, sobre el papel una ventaja, cualquier decisión será dolorosa», apuntan fuentes políticas. Los escenarios son variados y el más probable ahora, según los sondeos, es que el tripartito de izquierdas sume pero no el independentista. Es decir, Esquerra no tendrá que decidir con quién va de segundo en una Generalitat presidida por Salvador Illa o Carles Puigdemont –ahí sí que el partido podría partirse de manera dramática–, sino si hace presidente al socialista u opta por que haya repetición electoral.
En este caso, un muy mal resultado el domingo podría empujar a Esquerra a evitar la posibilidad de una segunda vuelta que, en un escenario probable de mayor polarización y concentración de voto en Junts y PSC, aún les hundiese más. Mejor negociar ahora desde una posición de relativa fuerza que en otoño más debilitados, sería la tesis. Al respecto, y si la decisión pasa por hacer presidente a Illa, se abrirían otras dos opciones: entrar en el gobierno –con el nada desdeñable añadido de poder mantener una notable cuota de altos cargos en un partido que tras las elecciones municipales de mayo perdió mucho poder local– o facilitar la investidura del socialista y condicionar el gobierno desde fuera, aún a riesgo de que la fragmentación en el Parlament diese al PSC, aunque en precaria minoría incluso con la muleta de los comunes, la opción de jugar a dos bandas, con Junts en este caso.
«Si no hay opción de gobierno independentista, facilitar la investidura de Illa y no compartir Govern ofrece una ventaja nada desdeñable, la de no fracturar el partido», apuntan otras fuentes, que recuerdan la división interna que hay en la formación entre el bloque con mayor querencia por la izquierda, más proclive a un acuerdo con el PSC, y el bloque más independentista, refractario a cualquier entendimiento con un partido que apoyó el 155. Estos últimos podrían asumir la investidura de Illa como un mal menor –si es que la suma con Junts no alcanzase–, sin tragarse el sapo de un gobierno compartido.
La encuesta elaborada por GAD3 para ABC confirmaba esta fractura cuando al votante de ERC se le situaba ante la disyuntiva de una alianza con los socialistas o con Junts. Resumiendo, «no es lo mismo la ERC de Rufián, Tardà o Jové que la de Rovira o Junqueras», señalan las mismas fuentes. Ayer, un manifiesto abogaba por un «gobierno soberanista de izquierda», con la rúbrica de algunos altos cargos de la Generalitat republicana, algo que no pasaba por alto a otros exaltos cargos, en este caso de Junts, que animaban a los firmantes a no tener miedo a buscarse la vida en el sector privado, como hicieron algunos de ellos al salir los de Puigdemont del Ejecutivo de Aragonès.
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Con hasta ocho partidos con opciones de entrar en el Parlament, las posibilidades tras el 12-M son múltiples, desde las que permiten mayor variedad de alianzas –que independentistas por un lado y tripartito de izquierdas por otro sumasen– a las que menos, como una cámara en la que ninguno de estos dos bloques alcanzase los 68, lo que daría al PP y Vox un muy incómodo «derecho a decidir» como el que todos los escenarios otorgan ahora a ERC.
Si en el campo republicano la estrategia pasa ahora por intentar limitar la brecha con Puigdemont y calibrar estrategias tras las urnas, en Junts todo pasa por seguir castigando a Esquerra y sembrar la esperanza de que incluso es posible alcanzar al PSC. Si llega a cuajar esta idea, en Junts confían en poder revertir la fuga de votos que ahora detectan los sondeos en favor de la opción del independentismo ultra de Aliança Catalana, con tres o cuatro diputados en el 'sondeo australiano' de ayer, hasta seis en otras encuestas.
«No vamos sobrados de votos, que a nadie le dé pereza ir a votar. Puede ir de pocos votos que seamos la primera fuerza política en el Parlament tras muchos años. Está al alcance», clama en los últimos días y de manera machacona Puigdemont en sus mítines diarios en Argelès-sur-Mer (Francia). Todos los escenarios abiertos, incluso los más inverosímiles.
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