Toreros de futuro

Desde aquel mítico Peroy, el primer matador de toros catalán, allá por la mitad del XIX, han sido muchos los que han logrado la borla del doctorado y, entre ellos, los ha habido con sello de figuras. El polifacético Mario Cabré, torero de las supremas elegancias, o Joaquín Bernadó, el más internacional de todos, y hasta Serafín Marín, que lloró y sufrió en su propia carrera el proceso político que llevó a la prohibición contra derecho de las corridas de toros en Cataluña.

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Serafín Marín mantiene una lucha titánica por reverdecer laureles, calidad y afición no le faltan; mientras el futuro se forja en la Escuela Taurina de Cataluña, que ya ha cumplido sus veinticinco años con la misma ilusión del primer día. La última hornada de la Escuela que dirige Enrique Guillén, la formada por Alba Caro, Hugo Casado, Marcos Adame y Mario Vilau, ha dado a los aficionados motivos suficientes para apostar por ellos, y de forma especial sobre el chaval de Hospitalet, vuela alto en el escalafón de novilleros. Sobre Mario Vilau se centran las miradas en base a sus triunfos desde que debutó con picadores. Las incursiones en plazas americanas, su bautismo de sangre superado con gallardía y el no volver la cara ante compromisos tan fuertes como su presencia en la feria torista de Ceret el próximo fin de semana.

Hay futuro, el milagro del toreo en esta tierra no se trunca.