Eliminar a Dani

No pido ninguna gesticulación. No pido ninguna exageración. No quiero forzar costura alguna. Sólo pido que se pongan en marcha los previstos, proporcionales y justos mecanismos que sin duda se habrían activado si alguien hubiera dicho que hay que eliminar a los partidos y a las personas que se expresen en catalán. «Eliminar» es una palabra muy clara. Hay otras palabras y otras metáforas tal vez más hirientes, pero menos claras, menos directas. «Eliminar» lo tiene todo en su sencillez y en sus ejemplos históricos. Ha habido grandes «eliminadores» en los últimos tiempos. El siglo XX nos presentó a los más fervientes.

Dolors Bassa ha mostrado una clara falta de gratitud con su indulto, que como todo el mundo sabe, es una medida de gracia. La Justicia tiene que ser especialmente severa con las personas a las que da una segunda oportunidad e igualmente la desaprovechan. Raramente un Gobierno es tan generoso y benevolente como lo ha sido con esta mujer. La mayoría no tiene nunca la suerte de una segunda oportunidad. La mayoría que, por cierto, no ha hecho ni la mitad de lo que esta señora y sus compinches se atrevieron a hacer en 2017. Dolors Bassa debería de ingresar de nuevo en prisión, y a no mucho tardar, porque con su comportamiento nos ha dejado claro que aún nos queda mucho trabajo por hacer para que su reinserción en una sociedad libre y democrática pueda ser un éxito.

No soy nada carcelero. Me parece terrible encerrar a alguien. Deploro por ejemplo que los delitos económicos se castiguen con la privación de libertad. Me parece más civilizado y productivo para la sociedad que si un señor ha robado o se ha beneficiado ilegalmente de unas cantidades, las devuelva trabajando para la comunidad o incluso trabajando en su empresa si da más dinero y puede devolverlo más rápidamente, con la multa correspondiente. Pero lo de Dolors Bassa es totalmente distinto. Con su comentario tan racista y tan violento, animando a nada menos que a eliminar a una persona porque habla en español, demuestra que no está preparada para vivir entre nosotros. Es un peligro público. Su tradición sindicalista y de militante de Esquerra son los ríos que han ido a dado a este mar. Es difícil encontrar, en la historia política de Cataluña, a más asesinos que en el sindicalismo y ERC. De todos modos no hay que despreciar el progreso: ahora se conforman con un tuit lo que antes remataban en la cuneta de la la carretera de la Arrabassada.

Dolors Bassa, pese a los tres años que tuvo en la cárcel para reflexionar sobre lo que había hecho, no ha aprendido los códigos bases básicos de la Civilización y es todavía un peligro público. A mi me crea inseguridad y desasosiego que alguien que quiere eliminar a mi querido Dani Sirera ande suelta por las calles. Una sociedad democrática y libre ha de poder protegerse de semejantes energúmenos y Dolors Bassa está por debajo del mínimo exigible para la convivencia.

Nos precipitamos sacándola de la cárcel, los que nos equivocamos fuimos nosotros. No estaba preparada. Dolors necesita aún nuestra ayuda para alcanzar la decencia que se necesita para poder considerarte una persona. Dolors necesita que nos hagamos cargo de ella, y una sociedad compasiva como la nuestra no puede resbalar por el cinismo de hacer ver que no escucha sus gritos de auxilio. En este tuit, más que insultar a Dani, nos está pidiendo ayuda y tenemos que prestársela. Hay que ir a por Dolors e ingresarla. Sus familiares lo agradecerán. A partir de una cierta edad, exsindicalistas y exmilitantes de Esquerra se vuelven una dura carga para hijos y nietos. Por última vez afloran las raíces podridas del mal cuando nos vamos quedando a solas con nuestra esencia, despojados de cualquier artificio. Dolors está en la fase de descomposición que su tuit revela, y sólo el Estado en su magnanimidad puede ofrecerle los precisos cuidados que requiere. Ya pasó Dolors, no has de preocuparte. Enseguida vendremos a buscarte. Lo que no sé es si lo más adecuado es la cárcel o una institución mental. La piedad es lo que siempre ha de guiarnos. Somos mejores que ellos y no ha de notarse con más rabia sino con más amor. En su extravío y en su horror, en su maldad intrínseca, queremos a Dolors.

De nada sirve fingir indigaciones de puritana estrecha cuando un quinqui le grita «mono» a otro que es igual de quinqui que él en un estadio de fútbol si luego hacemos como si nada cuando una que ha sido diputada, consellera y ha estado en la cárcel por golpista, pide por Twitter y totalmente en serio «eliminar» a los candidatos de la oposición. Ahora hacía tiempo que esto, concretamente esto, no lo pedía nadie.

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Sería genial que Daniel Sirera fuera el alcalde de Barcelona. Es de muy largo el único candidato que entiende mi ciudad, la libertad y cómo se crea riqueza. Si pudiera pulsar un botón y Dani fuera el alcalde, y por 30 años y sin derecho a volver a opinar, ciegamente lo pulsaría. Éste es el grado de confianza que tengo en su talento, en su capacidad de trabajo y de sacrificio, y en su vocación de servirnos. Dani es inteligente, razonable, nada maximalista y si muchos independentistas lo conocieran serían menos independentistas porque a través de su bondad y su luz España les caería mejor. Puedes confiar en su palabra, en su valentía. Es una lástima que no tenga ninguna opción de ser alcalde. Es una lástima que no exista este botón porque los catalanes, los barceloneses y los socios del Barça sólo saben usar la democracia para dañarse, y siempre con abrumadora crueldad. Un botón -si yo lo pulsara- o una moneda al aire nos habrían ido mucho mejor que nuestros votos. Me he sentido mal -he de admitirlo- diciendo que votaré a Jaume Collboni porque es el único voto útil para echar a Colau. No me arrepiento de haberlo escrito y pueden estar seguros de que es lo que voy a hacer el domingo, pero por supuesto me cae mucho mejor Dani, pienso que sería un alcalde de mucha más categoría, y que Barcelona con él saldría ganando. En lo físico y en lo moral, como una higiene múltiple.

Hace casi 30 años que te conocí, en La Vinya del Senyor de Santa Maria del Mar, entrevistándote para La Vanguardia. Entonces, en los bares y en los restaurantes te sentabas de espaldas a la pared porque eras un objetivo de ETA. A lo largo de estos años nos hemos visto poco, menos de lo que yo habría querido. Nunca me has decepcionado, siempre has hecho más y mejor de lo que te exigían. Siempre con sensatez, siempre con amor. Tenerte es un honor.