el oasis catalán
Mudo
¿Cuánto tiempo necesita la izquierda para apearse del «buenismo» y el miedo y combatir seriamente el incivismo, el robo, la okupación o las agresiones al tiempo que elabora una política racional
Artículos de Miquel Porta Perales en ABC
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Iniciar sesiónLlama la atención que, en el apartado de Actuaciones de los folletos que reparte el Ayuntamiento de Barcelona, aparezcan únicamente los epígrafes Vivienda, Equipamientos y Espacio Público. Nada que objetar a que el Ayuntamiento nos avance el Pla Viure, el Pla Clima y el Pla ... Endreça. Hay que celebrar que el Ayuntamiento se comprometa a promocionar vivienda pública y captar nuevos pisos para destinarlos a alquiler asequible y social, que climatice las escuelas y garantice el confort de los niños instalando equipos de aerotermia y que mantenga en condiciones el espacio público. A ver si hay voluntad y recursos y se acaban cumpliendo las promesas.
Lo que llama la atención del programa del Ayuntamiento es la ausencia de un Plan Seguridad y un Plan Migración. Cuando a una parte importante de la ciudadanía le preocupa la seguridad y las migraciones, el Ayuntamiento está mudo. O habla con la boca cerrada. Cosa que no debe sorprender a nadie si tenemos en cuenta que, en esos asuntos, la izquierda ahueca el ala. Se esfuma. Se esconde todo lo que puede y no suele aceptar ninguna responsabilidad. Son así.
A la izquierda –a las izquierdas de la orientación que sea- no le gustan las cosas feas. Tampoco, plantarse ante la fealdad. Por ello, se muestra tibia ante el vandalismo, los robos, las agresiones, las okupaciones o los atropellos de patinete que no distinguen el bien y el mal y protagonizan una suerte de «guerra civil molecular» (la expresión es de Hans Magnus Enzensberger y aparece en su ensayo titulado Perspectivas de guerra civil, 1994). La izquierda, rousseauniana como es, todo –que si jóvenes, que sin horizonte, que si desesperados, que si vulnerables, que si la responsabilidad es de los progenitores y lo que se quiera añadir- lo comprende. Todo lo desdibuja. Todo lo perdona.
Por su parte, la izquierda estatal no se decide a aceptar el Frontex y prefiere el Open Arms que algunos tildan de taxi del Mediterráneo. Falta energía para combatir sin tregua las mafias que trafican con seres humanos, diferenciar el migrante legal del irregular, exigir a los migrantes un comportamiento democrático y asumir que la gestión de la migración incluye cuotas, expulsiones y límite en las regularizaciones.
La cuestión es la siguiente: ¿cuánto tiempo necesita la izquierda –municipal, autonómica y estatal- para apearse del «buenismo» y el miedo y combatir seriamente el incivismo, el robo, la okupación o las agresiones al tiempo que elabora una política racional –necesariamente selectiva en la línea de la Unión Europea- en materia de migración?
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