el oasis catalán
Despotismo
El Pacto Nacional por la Lengua es el resultado de un fracaso que se empeña -de nuevo- en el ejercicio de substituir la lengua española por la lengua catalana
Artículos de Miquel Porta Perales en ABC
Finalmente, el Ayuntamiento de Barcelona se suma al Pacto Nacional por la Lengua –el acuerdo entre PSC, ERC y los Comunes que permitió la investidura de Salvador Illa como Presidente de la Generalitat de Cataluña- al lado de la flor y nata del país. Entre ... otros, Fomento del Trabajo, Pimec, Consejo General de las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y Navegación de Cataluña, CCOO de Cataluña, UGT de Cataluña, USOC, La Intersindical, Unió de Pagesos, Federación Catalana de Municipios, Confederación de Cooperativas de Cataluña, Confederación de Asociaciones Vecinales de Cataluña, Asociación de Maestros Rosa Sensat, Mesa de Entidades del Tercer Sector, Òmnium Cultural y Plataforma por la Llengua. En definitiva, el Ayuntamiento de Barcelona también quiere hacer país.
Más allá de la investidura de Salvador Illa, el Pacto Nacional por la Lengua es el resultado de un fracaso que se empeña -de nuevo- en el ejercicio de substituir la lengua española por la lengua catalana y la identidad española por la identidad catalana. El Pacto evidencia el anhelo de la Cataluña monolingüe empeñada en desespañolizar Cataluña para nacionalizarla al modo catalán. El nacionalismo catalán y sus adheridos –ya sea por vocación o por interés- confunden otra vez el deseo con la realidad de una Cataluña bilingüe que seguirá siéndolo por voluntad y elección propias. Probablemente, el Pacto -una coacción en este caso más disimulada, hay que reconocerlo- generará tantos anticuerpos como ocurrió con la normalización lingüística y la inmersión lingüística.
El Pacto Nacional por la Lengua o la construcción de una comunidad nacional catalana –la identidad propia- vertebrada por la lengua catalana y constituida y conformada por los hablantes nativos y los adoptivos que abandonan de lengua española. Así se expulsa España de Cataluña por la vía de la negación de los derechos lingüísticos –y algunos más- de los ciudadanos. Despotismo en toda regla.
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