Shambhala
Clamor contra Port Aventura
Ni pagando la entrada con más privilegios y más cara tiene hoy ningún sentido ir a este parque temático, porque aunque sea un día entre semana, García habría pensado algo para que pagues lo que pagues, tu experiencia sea infructuosa y desagradable
Barcelona
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Iniciar sesiónLo que tantas veces ABC ha denunciado ha acabado por convertirse en queja clamorosa y generalizada. De un tiempo a esta parte, y bajo la dirección de David García, Port Aventura se dedica a destruir la experiencia de sus clientes de un modo consciente y ... premeditado. Con la misma afluencia pero con una gestión mejor, las colas en sus atracciones serían de no más de 20 minutos, los usuarios que pagaran un pase rápido no tendrían que esperar ni siquiera este tiempo, el negocio sería mucho más caudaloso y el parque tendría el prestigio y el buen nombre que por la excepcional calidad de sus atracciones merece. Pero el director García, que ha dedicado toda su trayectoria profesional a arruinar el bienestar del destinatario último de las empresas para las que ha trabajado, ha convertido Port Aventura en un infierno. Este Halloween fue el desastre que colmó la paciencia de los asistentes. Ni pagando la entrada con más privilegios y más cara tiene hoy ningún sentido ir a este parque temático, porque aunque sea un día entre semana, García habría pensado algo para que pagues lo que pagues, tu experiencia sea infructuosa y desagradable. Es lo mismo que minuciosamente planeó y consiguió en las aerolíneas que trabajó antes, con la vergüenza añadida de que en Port Aventura sus víctimas son niños.
De nada ha servido que en público o en privado se le haya advertido del atropello a la dignidad de los clientes que su manera de hacer supone. No sólo no ha tomado ninguna de las elementales medidas para remediar problemas que no sólo pueden corregidos, sino que tienen que serlo; sino que él y su equipo hallan regocijo en el daño que causan y cuando creen que nadie les oye se burlan de los aficionados a los parques de atracciones, a los que desprecian con comentarios referentes a su poca capacidad intelectual.
Lo que es importante que entienda un potencial visitante de Port Aventura es que todo lo que le suceda en el parque va a ser consecuencia directa de unas decisiones expresamente tomadas para saquearle y engañarle de todas las maneras posibles. Que el acceso al párking, por ejemplo, funcione como si estuviéramos en la Varsovia de 1972 no es una fatalidad, ni achacable a un destino imposible de cambiar, sino culpa de la pereza y de la avaricia de un director que no ha querido implementar ni una sola de las sencillas mejoras técnicas que se le han planteado. La torpeza con que se cargan y se descargan las atracciones también influye en el tiempo de espera en la cola y basta una inteligencia media para reducirlo a la mitad. También se le han presentado toda clase de iniciativas a tal efecto y ninguna ha sido atendida, ni se ha tomado la molestia de buscar alternativas que pudiera considerar mejores. Igualmente, la poca organización de las colas redunda en que la espera se convierta en insoportable. La denuncia de muchos usuarios, en el sentido de que en un día pudieron acceder sólo a 4 atracciones, es fundada y la indignación está perfectamente justificada.
En cambio, las críticas al parque por superar el aforo, no se ajustan tanto a la realidad. Ni siquiera García se atrevería a tanto, pero no por razones de seguridad sino por temor al importe de la multa con que podría ser castigado. Amaya Belacortu, directora de Comunicación, situó en 36.000 el número máximo de personas que han visitado Port Aventura, algo por encima del aforo máximo, pero no demasiado.
Pero el problema no es la cantidad de visitantes, sino que la dirección del parque sólo se interesa por ti hasta qué pagas y luego te abandona a tu suerte sin que le importe lo más mínimo lo que pueda pasarte. Tanto a los que sólo pueden permitirse la entrada ordinaria como a los que hacen el esfuerzo de pagar el triple de este importe para poder tener -siempre en la teoría, nunca en la práctica- una experiencia mejor. Está más allá de cualquier comprensión que personas como Fernando Aldecoa, director general del parque, o el mismo propietario, Carlo Bonomi, manchen su prestigio y arriesguen su credibilidad permitiendo el juego sucio de David García con los clientes del parque.
Hoy es mucho más razonable y agradable pagar un poco más por ir a Disneyland París que caer por el pozo sin fondo de Port Aventura, donde ni siquiera pagando puedes aspirar a un trato decente. El único modo de no hacer cola en el parque -y yo he escuchado a García y a Belacortu bromear con ello- es conocer y contratar a alguien que pueda acreditar un grado oficial de minusvalía. Estas personas, y sus acompañantes, pueden acceder sin espera a todas las atracciones. Si les invitas a todo, a veces no tienes que pagarles más. Pero en cualquier caso, por no más de 100 euros al día, siempre encuentras a uno. También si eres una celebridad, como Gerard Piqué o Ibai Llanos, puedes aspirar a que antes o después de que abra el parque, García te ofrezca una visita guiada y se tome fotografías o haga vídeos de vuestro momento juntos de los que luego alardea, mostrándolos a los periodistas. Por lo demás, tomar un avión e ir a Disney París es mucho más rentable que ir a Port Aventura, e incluso igual de caro o barato si no eres de Cataluña.
Pese a que David García es de Madrid se ha empapado de todos los defectos catalanes y Port Aventura es una expresión más de la desorientación, el caos, la mala fe en los negocios y el atraso en todo que sufre Cataluña. Esta voluntad de cobrar a cambio de no ofrecer nada y de fundirse los recursos en cualquier cosa que no sea en el beneficio del cliente -o el ciudadano- es la característica de la Generalitat de Cataluña, del Ayuntamiento de Barcelona y de Port Aventura, con el agravante de que Carlo Bonomi es una bellísima persona, un excelente empresario, y por descuido o por creer que va a poder vender Port Aventura a un precio más elevado si durante estos últimos años acaba de estrangular a sus entusiastas, está arruinando la imagen de un parque que por atracciones como Shambhala, Red Force One, Furius Baco o Sesamo Street merece ser considerado uno de los mejores del mundo.
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