La Generalitat confirma a Trapero como nuevo director general de los Mossos para abrir una «nueva etapa»
Miquel Esquius releva a Eduard Sallent como comisario jefe, quemado por la crisis por la fuga de Puigdemont
La restitución de Trapero, de arrinconado a director de los Mossos
La consejera de Interior, Núria Parlón, en su visita a la central de los Mossos, junto al todavía comisario jefe, Eduard Sallent
Nuevos liderazgos, neutralidad y prioridad en la acción policial. La consejera de Interior de la Generalitat, Núria Parlón, ha confirmado el nombramiento de Josep Lluís Trapero como director general de los Mossos d’Esquadra, un cargo de perfil político y cuya principal misión, al ... menos la más inmediata, es sacar a la policía catalana de la situación de descrédito en la que está sumida desde la aparición, y fuga, del expresidente Carles Puigdemont. Aunque se había especulado con que solo se confirmase el nombramiento de Trapero, la consejera Parlón fue más allá, anunciando, además del de Trapero, los nuevos nombres que liderarán el cuerpo. «Se abre una nueva etapa, con nuevos liderazgos. Nuevas formas y maneras», explicó tratando de dar por cerrada una etapa de convulsión que, de hecho, no puede atribuirse únicamente al episodio Puigdemont, sino que viene arrastrándose desde que el ‘procés’ y el otoño negro de 2017 politizó todo lo relacionado con la política catalana.
Así, junto al nombramiento de Trapero, hoy se ha conocido que la persona designada para relevar al comisario jefe Eduard Sallent es Miquel Esquius, que ya había ocupado el cargo entre julio de 2018 y junio de 2019, cuando había sustituido a Ferran López, a su vez responsable del cuerpo tras la aplicación del artículo 155. La consejera Parlón destacó el perfil de «liderazgo conciliador e integrador» de Esquius, que es lo que se «requiere ahora». También destacó «su buena relación con el resto de cuerpos policiales y estamentos judiciales».
En su momento, el cese de Esquius en 2019 se vinculó con su voluntad de mantener la neutralidad del cuerpo y su oposición a crear una suerte de cuerpo especializado de escoltas, desvinculado de Interior y adscrito a Presidencia, que pretendía llevar a cabo el departamento entonces liderado por Miquel Buch y con Quim Torra de presidente. En ese momento, su sustituto fue Eduard Sallent, de quien siempre se ha señalado su buena conexión con el entorno independentista, y que ahora precisamente es relevado por Esquius. El relevo de Sallent ha sido, de hecho, un cese cantado, muy deteriorda su figura tras los hechos del 8 de agosto con Puigdemont. Por su parte, Alicia Moriana, ahora comisaria de la región central, releva a Rosa Bosch como dos en el escalafón de la policía autonómica.
En paralelo, Tomás Carrión, director de servicios de seguridad ciudadana, espacio público y medio ambiente de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), ciudad de la que Parlón será alcaldesa hasta el miécoles, será designado secretario del departamento de Interior, el virtual número dos de la consejería. Todos los nombramientos serán aprobados mañana en la reunión del consejo ejecutivo de la Generalitat, el primero tras las vacaciones y el segundo desde la toma de posesión de Salvador Illa como presidente.
El nombramiento de Trapero como director general, un cargo político no integrado en el escalafón del cuerpo, fue el único nombramiento, junto al de la consejera Parlón que anunció Salvador Illa durante la campaña electoral. La consejera Parlón explicó que no está previsto una remodelación muy profunda de la estructura de mando de los Mossos, sino que está se centrará en su cúpula, y que el objetivo es preservar la independencia y neutralidad de la policía catalana, algo que ahora, explica, con Trapero al frente de la dirección general, será más fácil conseguirlo. Un Trapero, por cierto, ya no vestido de uniforme, en tanto que su nombramiento implica su excedencia del cuerpo.
Por encima de cualquier otra consigna, «la prioridad es reducir los índices de delincuencia y la percepción social de la misma», insistió la consejera, que citó el crimen organizado, particularmente todo los problemas que genera el cultivo y tráfico de marihuana, pero, también, y de manera principal, los delitos que afectan a la «sensación de seguridad y confort en los barrios», como los hurtos, robos con violencia, agresiones sexuales, uso de armas blancas en sitios tumultuarios o robos en vehículos.
Los cambios anunciados deberían ser el primer paso para encauzar la crisis abierta por la fuga de Puigdemont, en la que los Mossos, según reconocía el propio comisario jefe Sallent en su informe al Tribunal Supremo, cometieron una cadena de «errores en el dispositivo» que propiciaron su fuga. Parlon no quiso vincular su cese a estos hechos, aunque a nadie escapa que su continuidad, más con Trapero de director general, era imposible. Los cambios se producen en paralelo a la suspensión cautelar de los agentes que ayudaron a Puigdemont en su huida.