Señales inquietantes en la Cataluña al 'baño maría'

Buenas y malas noticias para Cataluña, según el análisis que se hace desde el Palau de la Generalitat. Malas noticias porque confirman la progresión, a falta de conocer su verdadero techo, de la oferta anti inmigración e independentista de Sílvia Orriols (Cataluña, ¡oh sorpresa!, no está al margen del desplazamiento hacia la derecha o extrema derecha que domina la política mundial, somos igual de ultras que en cualquier lado); buenas noticias, por contra, porque la irrupción de Aliança hace inviable cualquier hipotética conformación de una mayoría 'indepe' operativa en el Parlament ante la incompatibilidad de un bloque que integrarían, por orden de tamaño ERC, Junts/AC y la CUP), y ahora mismo ni eso, porque únicamente sumando la proyección en la zona alta de la horquilla permite llegar al secesionismo a los 67 diputados de la mayoría absoluta.

Dentro del bloque secesionista, fenómeno Orriols al margen, únicamente crece ERC, consolidando una base electoral menos voluble que la de Junts, como si los votantes republicanos hubiesen asumido para qué han venido realmente al mundo, que es ser el factor corrector del PSC y del PSOE. No es poco si cada cual asume su papel. El 'junquerismo' y el 'rufianismo' no hacen mella en su electorado pese a la campaña de desgaste que sufren por parte del 'búnquer 2017'.

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En este escenario, pues, la 'pax' Illa parece garantizada: el 'procés' ni está ni se le espera ni aunque Puigdemont se aparezca, más temprano que tarde, en esta Cataluña cansada de excitaciones. No obstante, una lectura algo más reposada constata una realidad más compleja. De celebrarse ahora comicios, el Parlament se abocaría a una peligrosa situación de bloqueo: junto a la imposibilidad de cuajar una mayoría independentista, por falta de fuelle y por incompatibilidad de caracteres, por decirlo así, el tripartito de facto que gobierna ahora (PSC, ERC y Comunes) apenas llegaría a las 69 actas (sumando la franja alta). Otras opciones, como la quimérica sociovergencia (sueño húmedo del empresariado) no suman ni de lejos, mientras que un frente de orden de todas las derechas sería también (además de que tampoco sumaría) imposible por razones obvias.