ruido blanco
Valladolid ni se nombra
Jesús Calleja
Valladolid fue capital de España. Durante apenas cinco años, de 1601 a 1606, bajo el reinado de Felipe III y por la influencia y artimañas del Duque de Lerma. Un brevísimo periodo en el mar de los siglos pero del que la ciudad heredó un ... esplendor cultural que permitió que sus calles fueran paseadas por Cervantes, Góngora, Quevedo o Rubens. Una verdad histórica que puede leerse en los libros y tocarse en los palacios. Pero que no puede decirse. Menos aun si es un leonés quien habla. Valladolid ni se nombra. Por eso es un «traidor» y un «vendido» el aventurero Jesús Calleja tras publicar en redes sociales un pequeño vídeo en el que cuenta en veinticinco segundos por qué Valladolid llegó a ser capital de España. El pecado imperdonable de uno de los más constantes embajadores televisivos de los paisajes y la gastronomía de León es aceptar además financiación de las instituciones autonómicas. Aunque los procuradores de UPL cobren sin rubor sus retribuciones y dietas legislatura tras legislatura.
En la jauría virtual los hechos son ofensa. Cualquier dato o prueba, por respaldo histórico o científico que tenga, se convierte en un ataque para las ideologías que basan su discurso en la construcción de un agravio sentimental constante y en la deformación victimista de la realidad para respaldar sus tesis. Lo obvio y lo incontestable tiene una agresiva y contundente respuesta.
Los hechos son opinables si nos rompen la burbuja. Valladolid ni se nombra y si hay que mencionarlo es para relatar todo lo que roba. Qué mal leonés el que recuerda alguna curiosidad de Valladolid que ensalce su relevancia histórica. Si hay que hablar que sea de León solo. Delirante.Este leonesismo que censura a Calleja es el mismo leonesismo agotador que junto con otros localismos ha impedido que Valladolid sea oficialmente la capital, siglos después, de esta mal avenida comunidad autónoma de Castilla y León. Aunque fuera siempre capital 'de facto'. Mejor sin capital a que sea Valladolid, acabáramos. Lo que no se nombra no existe. Los niños se tapan los ojos para hacer desparecer lo que tienen delante.