Huya del fotógrafo

Si accede a una fotografía y se apoya según le indiquen. Si prueba algún gesto gracioso e inesperado debe saber que en el resultado habrá tanto del fotógrafo como de usted. No corra ese riesgo. Ante un malicioso o creativo fotoperiodista es frágil y vulnerable. Aunque no lo crea. Mire a Alberto Núñez Feijóo en Esquire. En el empeño del PP por rejuvenecer a su candidato y esconderle cada vez más veces el traje le entregaron al fotógrafo.

Y ahí lo tiene. Apoyado en una pared disfrazado de Errejón, como un sesentón recién separado que se abre Tinder, escondido en el cuello vuelto por si viene Vox, desplegando gestos adolescentes de Harry Potter en las elecciones a director de Hogwarts y de contraportada de bestseller. Está claro quién ganó esta batalla. Jamás haga caso al fotógrafo. Él busca impactar y sorprender. Usted, una imagen reconocible y coherente. Tiene las de perder aunque se vea guapetón y las fotos le queden preciosas. Recuerde a las ministras de Zapatero posando en La Moncloa cuál catálogo de otoño de Zara Home o a Soraya Saenz de Santamaría pidiendo guerra en Vogue. Albert Rivera a lo Tom Cruise en una Harley. Santa Ayuso de luto y de los Dolores madrileños.

Una buena buena fotografía cuenta más que todo un mitin, editorializa más que un quiosco. Y delata. Por eso la sociedad y la historia no se pueden explicar en autorretratos. No quiere que realmente le conozcan. Hágame caso. Huya.