RUIDO BLANCO
La España de Joaquín
En los últimos años la propia política habita un lugar desconocido, más cruel y más feo
Viento de cola
Desprecio
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Iniciar sesiónLe preguntó Jordi Évole al presidente Pedro Sánchez quién dijo la frase «Lo primero de todo, ¿cómo están los máquinas?» como medida de la realidad que llega hasta La Moncloa. Fue la reinvención para millenials de aquel «¿Cuánto vale un café en la calle?» que ... espetó a bocajarro un ciudadano a José Luis Rodríguez Zapatero en 'Tengo una pregunta para usted' de TVE. «80 céntimos», contestó el leonés evidenciando los precios desinflados de cafetería de hemiciclo. El ruido de la calle, diría el maestro Raúl del Pozo, como metraje del abismo insalvable que separa la ciudadanía de la zona noble de las instituciones.
El poder aísla y en los últimos años la propia política habita un lugar desconocido, más cruel y más feo que cualquiera de nuestras plazas. Quizá de forma inconsciente arrastrada por la inercia de las decepciones la ciudadanía ha aceptado el trato que proponen los políticos de jugar en un espacio difuso, una entreplanta sin ventanas entre el asfalto y la utopía, tan emocional que escapa de la lógica. Un metaverso a lo 'Ready player one' de Spielberg que podría ser incluso divertido si no fuera porque lo que allí sucede, las playas de cartón con sombrillas azules sobre arena madrileña, acaba gobernando nuestras vidas.
Solo en ese limbo artificial sobreviven las premisas imposibles que votantes y candidatos sostienen con vehemencia mientras duran las campañas. Ahí, en ese lugar dulce, habita el «solo gobernaré donde sea la lista más votada» y el «nunca pactaré» con aquellos con los que comparto enfoque ideológico. Solo desde allí hablan los tertulianos que recriminan al PP que pacte con Vox para formar gobiernos cuando es la única opción posible en la mayor parte de una España de bloques incomunicados. Los mismos se escandalizaron de que el PSOE pactara con Podemos. En la calle, afilada y amarga, ambas son opciones razonables y descontadas. Es eso o el bloqueo (miren a Extremadura) porqué aquí abajo son tozudas las matemáticas. Sánchez contestó: «Joaquín»; que viene a ser la unidad de medida en esa vaporosa España feliz e ingenua en la que cada uno debe entregarse sin condiciones a su propio Betis.
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