Demasiados Hyde
Urge una estrategia para combatir este peligroso avance de nuestra peor versión
John Barrymore con Louis Wolheim en la película 'Jekyll and Hyde'
Algo no funciona correctamente cuando nuestra sociedad de la dicha crea más monstruos de los que destruye. Parece que en la batalla eterna entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, el bien y el mal o el ángel y el demonio (llámelo como quiera) la ... balanza se inclina hacia el lado oscuro. Demasiados Hyde vencen a la cordura en una pandemia silenciada que se agazapa en las sombras de la mente. Madres Hyde que envenenan a sus hijos, hijos Hyde que acuchillan a sus padres, maridos Hyde que asfixian a sus mujeres… Ante la dualidad humana la muerte y el dolor resultan victoriosos donde debería haber solo amor y protección. «Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan», escribió el maestro del terror Stephen King. Desde luego, estas últimas semanas negras los monstruos llevan la delantera.
El debate relevante, el mismo que planteó Robert Louis Stevenson en el siglo XIX, es si este aumento de personas Hyde despiadadas es consecuencia de la evolución de nuestra forma de vida occidental. Entonces desencadenado por la impostura de la Gran Bretaña victoriana y hoy en día por una nueva era de la hipocresía de la felicidad. El inmoral rostro Hyde logra anular al amable, educado y solidario Dr. Jekyll como respuesta a la incapacidad de gestionar la frustración y el fracaso. El desprestigio de la educación, la pérdida de valores y una visión deformada del éxito va moldeando desde niños a potenciales monstruos. Incapaces de aceptar y controlar sus pulsiones más primarias basta una pequeña chispa para que todo arda.
En nada ayuda tampoco la política del odio que incendia las redes sociales y los parlamentos. La ira enferma más que moviliza. En vez de mostrar a la ciudadanía modelos de empáticos Jekyll exhiben con irresponsabilidad desbocados Hyde con esas mismas debilidades: incapacidad para asumir la frustración y la derrota. Urge una estrategia consensuada para combatir este peligroso avance de nuestra peor versión. «El paso que había dado era, pues, decididamente a favor de lo peor que había en mí», relató Stevenson. A veces, ellos ganan.