VÍA PULCHRITUDINIS
Y Franco resucitó
El Franco del Paseo Zorrilla vestía de punta en blanco, uno de esos tipos finos que se sabe o se cree interesante y que se gasta un dineral en ropa
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Iniciar sesiónAnteayer vi a Franco por el Paseo Zorrilla. Si, a Francisco Franco Bahamonde, el dictador. Les aseguro que era igualito, como dos gotas de agua. Puede que el de Zorrilla fuera un poco más alto pero tampoco me atrevo a asegurarlo porque al gallego nunca ... lo vi en persona. Junto al Franco del paseo Zorrilla iba una señora que no es que se pareciera a Carmen Polo pero con semejante acompañante no pude resistirme y encontré parecido hasta en los andares. La imagen, no obstante, tenía algunas diferencias con las del exjefe del Estado cuando pontificaba desde la plaza de Oriente en los 60.
El Franco de Zorrilla vestía de punta en blanco, uno de esos tipos finos que se sabe o se cree interesante y que se gasta un dineral en ropa no sé si a iniciativa propia o por indicación y consejo de su acompañante. Chaleco acolchado, jersey de cuello alto y mocasines impecables para él y falda justita en el largo para su edad con blusa impecable en azul Falange para ella. Vamos, que según veías pasar a la pareja te quedabas mirando, unos figurines.
Dirán ustedes que con esas 'pintas' no se parecían demasiado a Franco y ahí es donde quería llegar. «Con Franco se vivía mejor» o «el periodo después de 1939 fue un momento de reconstrucción y hermanamiento en nuestro país» son frases pronunciadas cada vez con más facilidad y menos ánima ludens.
Si a los dos figurines del Paseo de Zorrilla les hubiera pillado Franco ataviados como los hermanos pequeños de las Kardashian de Castilla les había puesto a picar piedra en Cuelgamuros por horteras, ostentosos y, sobre todo, indecentes.El Franco gallego y el vallisoletano se parecían mucho, es verdad, pero no les quepa duda, no eran iguales aunque hoy algunos crean que con llevar bigote, peinarse hacia atrás y envolverse en una bandera les valga para ser «igualitos» al dictador.
Franco, el gallego, no habría aguantado, al menos en público, el desbarajuste moral de cuantos hoy se afanan en parecerse a él. Ni arrejuntes ni juntetas ni divorcios ni hijos de esos que «ya sabes… tiene un amigo». Franco, el gallego, tampoco habría ido con ellos a una procesión porque habría estado en misa. En aquellos años de la dictadura en España no había inmigrantes porque de eso ya nos encargábamos nosotros con millones de nuestros 'nacionales' en Alemania. No es que los españoles seamos feos pero nos parecemos tanto a un alemán de Munich como un magrebí a un tipo de Soria. Si Franco levantara la cabeza a lo mejor a alguno se le atragantaban los deseos por muy señalado que se sienta cuando pasea libre por las calles de este país de pandereta.
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