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Incendio de Navalacruz

«Viéndolo todo arder se muere uno»

Vecinos y ganaderos de los pueblos al norte de la sierra de la Paramera, en Ávila, cuentan cómo han vivido el mayor incendio de Castilla y León

Los tres hermanos ganaderos Emilio, Víctor Manuel y Javier Torrubias, con su padre entre los dos primeros, las pacas quemadas y los terneros salvados
Los tres hermanos ganaderos Emilio, Víctor Manuel y Javier Torrubias, con su padre entre los dos primeros, las pacas quemadas y los terneros salvados FRANCISCO HERAS
Clara Rodríguez Miguélez

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Entre los camiones de paja que se dirigen a las montañas, una camioneta arrastra el esqueleto negruzco de un coche destartalado que tose ceniza. Seis días después de que empezara el incendio de Navalacruz, el mayor de la historia de Castilla y León, todas ... las conversaciones rumian en torno a él , y algún rescoldo queda. El monte ha muerto. Aunque los que contemplan el impacto desde las gasolineras del contorno, desde los bares de los pueblitos al norte de la sierra de la Paramera (Ávila) o desde las propias casas de municipios como Robledillo o Niharra, le dedican sobre todo silencios sombríos. «Horrible» es la palabra del momento. Allá donde acaban los campos de trigo ya no se encuentra la tonalidad parda y sana del pino, del roble ni de ningún matorral; todo se ha achicharrado más o menos, se ha coloreado de negro pompeyano y hasta se ha apaisajado al estilo de Timanfaya, pero con el blanco de la ceniza como recuerdo de todo aquello que las llamas engulleron.

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