«Ya no leemos romances, pero sí vemos películas que cuentan las mismas historias»
Salvador Alonso de Martín ha recogido cientos de testimonios para recopilar y preservar un pedazo de la oralidad de los pueblos, como parte del patrimonio inmaterial de la cultura española que está en riesgo de desaparecer
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Iniciar sesiónLa señora María llegó a vivir cien años y contó muchas historias, como hace la gente mayor con aquellos que quieran sentarse a escuchar un rato. Una de ellas fue «El Romance de la Difunta Pleiteada»: un cante, un poema de folklore universal que narra ... la resurrección de una mujer en brazos de su amante. Tras el milagro, el juicio. El viudo reclamó el derecho de poseer a la muerta. Los oídos que lo recogieron fueron los de Salvador Alonso de Martín, también del pueblo, que lleva varias décadas recopilando y documentando una parte de la tradición oral castellano y leonesa. Sobre todo en lo que atañe a su comarca y alrededores. Aquella fue una de las primeras veces, en Mecerreyes (Burgos) hace más de treinta años.
Alonso de Martín es un ingeniero de Telecomunicaciones que emplea la mayor parte de su tiempo libre en coger el coche, plantarse en un pueblo, llamar a las casas e interrogar a los ancianos sobre si recuerdan algún romance de su infancia. También les pregunta si puede entrevistarlos. Algunos le dicen que sí. Lleva haciéndolo desde finales de los 80, cuando tenía 18 años y comenzaba a publicar coplillas y cuentos en la revista local de su municipio.
«Nunca se me olvidará la anciana que, cuando terminamos de hablar y le pedí sus datos para el registro, se asustó.’¡Ay, que se me van a llevar presa!’, decía y yo le contestaba que no, que sólo quería su nombre, su edad y dirección para elaborar los datos de su testimonio. Pero ella me miraba con suspicacia y me repetía ‘¿no he hecho nada ilegal, no? ¿seguro que no se me van a llevar?’», cuenta a ABC mientras piensa en alguna de las anécdotas que recuerda con cariño y sorpresa. Como aquella ocasión en la que, al verle grabadora en mano, le preguntaron si iban a salir en el NO-DO. «Estas reacciones tienen que ver con la mentalidad de nuestra España más profunda. Muchos vivieron la guerra y la posguerra y la dictadura. Hay miedos que ya nunca se van, aunque a nosotros hoy nos resulte extraño », reflexiona.
Desde entonces, ha perfeccionado su método y la forma de acercarse a la gente. «Es normal que desconfíen porque, salvo en ocasiones, soy un extraño para ellos. Y empecé de forma muy amateur. Ahora, la práctica me ha dado unos conocimientos, para buscar y catalogar, que ojalá hubiera tenido al comienzo», observa para relatar que entonces era más fácil encontrar alguna joya, un romance raro y poco conocido. «Ahora se encuentran cosas interesantes, pero más comunes», lamenta. Los mayores que quedan son demasiado jóvenes, ya no son testigo de aquella época. Muchos de los que podrían recordarlos no viven y los que quedan pronto dejarán de hacerlo .
Salvador Alonso considera su campo de investigación y estudio «arqueología perecedera», puesto que los objetos que rescata no se encuentran en sustratos arqueológicos al uso, sino en la memoria colectiva, y por tanto morirá por su propia naturaleza. Desaparece con sus informantes. «Es un patrimonio al que se debería prestar especial cuidado, dada su fugacidad. Los ciudadanos esperamos que sean nuestras instituciones y administraciones las garantes de su preservación; sin embargo, los investigadores nos encontramos solos, incluso a la hora de publicar los resultados», critica.
Tres libros
Él ha escrito y difundido tres volúmenes, pero cuenta que lleva recopilando material desde que empezó. «Mi archivo se me hace casi inmanejable, es lo más valioso que tengo y no creo que pueda dar salida a todas las maravillas que guardo en lo que me resta de vida . Quiero encargarme de que quede en buenas manos cuando yo no esté», explica mientras estima que, hasta la fecha, contará con unas 2.000 grabaciones inéditas. Sus libros, que están acompañados por CDs con los audios originales, -’La tradición Musical en España, Romances del bajo Arlanza’, ‘Tradición Oral Burgalesa, Romances del alto Arlanza’ y ‘Romances de la Ribera del Duero y Cantes de Cuaresma y Semana Santa’- han sido todos autoeditados y cuentan con una distribución local y pequeña.
«En los 90, me acerqué a instituciones provinciales para presentar el proyecto; después, he vuelto a intentarlo, lo he presentado a becas… y nada. Me llegué a plantear un crowdfunding, pero esto es algo que hago solo y lo combino con mi trabajo. Sí estoy montando una campaña no tengo tiempo para investigar. Y lo importante es que se investigue y quede recogido», afirma. Él no ha encontrado a su público. Sin embargo, muestra optimismo en cuanto al interés que los contenidos de sus investigaciones puedan suscitar en las nuevas generaciones. « Que desaparezca del todo es difícil, ya no se leen romances, el formato ha quedado anticuado. Pero las historias no. Ya no leemos romances, pero sí vemos películas que cuentan los mismos conflictos», asegura para opinar que, lo que no caiga en el olvido, volverá a ser contado de mil maneras distintas.
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