Se ríen de ti

Estúpidos les quieren, que es aún mejor que la mansedumbre. Por eso han escogido esta forma de comunicar, este buenismo estridente en medio del desastre, esta forma de hablarle a la gente como si fueran idiotas. «A ver si soy capaz de explicarlo…», dijo ayer la ministra de Trabajo. Y la prueba es que no fue capaz. Pero con una risita y una «ayuda» de 15 millones de euros para las televisiones en mitad de este infierno arregla el Gobierno las ruedas de prensa. Y todavía nos sorprende que censuren las preguntas que intentan hacer nuestros compañeros en Madrid.

«Jiji / jajaja», se ríe el Gobierno. Una risa que es la misma de Ábalos chuleando de que el 8M estaba en Valencia y a él nadie le preguntó. «Jiji / jajaja». Con esa misma risa salió ayer la ministra de Trabajo, y anteayer Irene Montero a anunciar con desparpajo que se ha hecho un tercer test en su domicilio mientras los sanitarios de este país, que son los que se dejan la piel, todavía están esperando.

Hay líderes con corbata negra y que guardan luto comunicando de una forma seria como el alcalde de Madrid, que ha demostrado ser un señor. Y después están los que se ríen sin explicarnos a los españoles de qué lo hacen, precisamente estos días que reírnos nos vendría tan bien. Y uno, claro, ante la falta de transparencia empieza a dudar ya de si se ríen de nosotros, de los muertos o de las dos cosas a la vez.

Por eso estorba la libertad de prensa, porque el papel -el de periódicos- es el último contrafuerte estos días que nos libra de la tiranía de la estupidez. «Es la única manera de que los ciudadanos desde sus casas confíen en las instituciones, dejar que los medios de comunicación hagan su trabajo», se irguió Almeida. En Moncloa siguen sin darse por aludidos. En Moncloa, si no es para reírse, ni están, ni se les espera.