Muerto lo importante

La actualidad es todo lo que podría haber sido significativo pero que nunca lo será, porque en el mundo que vivimos se exprimen los temas de oídas hasta que hay una confusión general y dos días después se entierran en otro nuevo escándalo gubernamental. Si el Ejecutivo se da el guantazo jurídico con el indulto de Juana Rivas y el juez, sacándoles los colores, les dice que no se han enterado de la gravedad del caso, rápidamente empieza el bombardeo mediático y se llenan las tertulias para acabar con el asunto por saturación. La actualidad es un campo yermo en el que nunca llega a crecer nada significativo.

A mí la actualidad me interesa cada vez menos . Huyo porque entiendo que me va el sueldo en ello, aunque cada vez sea más complicado. La actualidad es una agenda impuesta, no poder hablar de lo sustancial, sino de lo que toca. La actualidad es lo contrario a la libertad.

Hoy decía un taxista que cómo es posible que ocurra esto y aquello, no sé qué de los jueces fascistas, de que «tampoco fue un secuestro porque a fin de cuentas es la madre» y le he tenido que decir que me dejara ahí mismo justo cuando estaba a punto de echarme la siesta. La actualidad es exactamente eso, que un taxista te cuente el mundo de oídas. Y primero te lo cuenta el conductor, mientras te cobra la carrera que es como pagar por un podcast que no quieres escuchar, y después te lo cacarea un tertuliano y más tarde te lo vuelve a contar otro tipo en el ascensor antes de que por fin puedas llegar a casa. ¡Puñetera actualidad, qué indigestión!

A mí no me interesa nada, lo dejo por escrito, por si sirviera de algo, que no me interesa la actualidad mediática de España, que yo me bajo. Declaro que lo único que me importa ya es el presente –que siendo igual, no es lo mismo–. El presente es lo que se extiende ancho y nuevo al despertarme de la siesta: un atardecer bien puesto, novedad que sí que se merece una portada. Una chimenea. Saber que ya nunca podré pelotear con Manolo Santana, decidir que para eso mejor ya no quiero ganar el Roland Garros. El folio en blanco, escribir una columna que no hable de nada de lo que ya haya hablado un político. Porque en la columna cabe cualquier cosa menos la actualidad manoseada.

La actualidad es donde muere todo lo importante.