Elecciones Autonómicas / Último debate

Así estuvieron los candidatos, uno a uno

Mientras Fernández Mañueco (PP) tiró de gestión, Tudanca no arriesgó, Igesa se dejó querer y Fernández mantuvo el tono vehemente al que acostumbraba en los plenos de las Cortes

HERAS

M. SERRADOR

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Fernández Mañueco (PP): tira de gestión y evita el cuerpo a cuerpo

En su atril cabían todos los informes de expertos independientes que han colocado a Castilla y León estos últimos años a la cabeza en la gestión de los servicios públicos: dependencia, sanidad, educación (PISA), etc... Y ése fue su principal argumento a la hora de combatir con el resto de candidatos. Posicionamiento firme, sosegado, hierático en muchas ocasiones, no quiso entrar en el cuerpo a cuerpo ante las críticas. Su objetivo era trasladar una imagen de presidenciable en sus argumentos (gobierna el PP) y en las formas: el único que portaba corbata, con traje azul oscuro y mirando siempre a cámara, aunque estuviera contestando a alguno de sus oponentes. Como en el primer debate electoral todos los dardos de la oposición fueron hacia él, lo que le dio, de nuevo, un mayor protagonismo, aunque apenas se inmutó. Sólo se mostraba más enérgico cuando atacaba la gestión del Gobierno socialista y alertaba del «riesgo» que supone el sanchismo en Castilla y León. Falló en el lenguaje no verbal (miraba con exceso a los papeles) y en su argumentación cargada de eslóganes electorales. Volvió a sorprender en su forma de expresarse más directa y rotunda (algo ha tenido que ver su nuevo equipo de asesores).

Su contrincante fue claramente Luis Tudanca (PSOE), objeto de todas sus críticas, mientras que no entró al quite ni una sola vez a las provocaciones de Pablo Fernández (Podemos). Sin duda, el bloque en el que se mostró más locuaz y que supo manejar mejor, incluso desenmascarando a Francisco Igea (Cs), fue el de los pactos poselectorales, donde entre él y Podemos dejaron en evidencia que el acuerdo entre socialistas y la formación naranja es cada día más palpable en Castilla y León.

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Luis Tudanca (PSOE): no arriesga, pero promete y promete

Luis Tudanca, el candidato del PSOE, repitió el mismo esquema que en el primer debate y centró todas sus intervenciones en presentar sus propuestas de Gobierno. Algo más nervioso, evitó por todos los medios entrar en el debate abierto y ni siquiera respondió a sus adversarios, especialmente a los representantes de PP y Podemos, cuando éstos le interpelaron sobre un posible pacto con Ciudadanos. Repitió hasta la saciedad que existe «una posibilidad real» de cambio en Castilla y León, que «sólo es posible con los socialistas», pero no quiso mostrar sus cartas, argumentando que «los primero es que hablen los ciudadanos», aunque dejó claro que es un hombre de «diálogo». Eso sí, las únicas críticas se dirigieron hacia Mañueco, al que acusó de «pintar un mundo ideal», pero ninguna hacia Francisco Igea o Pablo Fernández. Ni siquiera contestó al segundo a pesar de que fue bastante interpelado al hablar de pactos.

Tudanca volvió a optar por un perfil presidenciable que evita entrar al trapo, pero en el que, al mismo tiempo, se echó de menos una pequeña dosis de liderazgo y contundencia en su defensa, empeñado como estaba en «cantar» las promesas electorales incluidas en su programa. «Los socialistas vamos a...» fue su expresión más repetida y se refirió en más de una ocasión a gobiernos socialistas de la nación para presumir de políticas sociales. Como ya ocurrió en el primer debate, Tudanca evitó criticar al representante de Cs y centró sus reproches en Mañueco. Pasó un mal rato cuando se habló de pactos, con un Pablo Fernández especialmente incisivo al acusarle de pactar con «la derecha naranja», y un Francisco Igea que también el interrogaba con el objetivo de poner condiciones. Acabó, menos sonriente, con el minuto de oro en el que prometió ser un presidente «humilde, honesto y trabajador», para que «nadie sea más que nadie».

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Francisco Igea: el equilibrista político que se deja querer

Como un equilibrista profesional se mantuvo durante el debate el candidato de Ciudadanos en lo referente a su estrategia de pactos tras el domingo. Todo sigue igual: mas cerca del PSOE que del PP, aunque a los dos les pide imposibles para hacerse el fuerte. Francisco Igea fue el que más rentabilizó el debate, ya que consiguió escenificar que todos quieran pactar con él («soy la novia de estas elecciones», volvió a decir). Su argumento, el de siempre: «Acabar con el bipartidismo es una realidad» y, además, lo dijo mirando a los ciudadanos varias veces. Su intento de despiste le fue bien en los primeros bloques, dando a diestra y siniestra. Incluso, fue el único que habló de la «corrupción del PP». Pero fue en el apartado de los pactos donde más incómodo se le vio y menos claro dejó aún con quién se irá a partir del lunes. Diputado experto en temas sanitarios se movió como pez en el agua en lo referente a esta área, echando una mano a Mañueco en algunas de las exageradas críticas de la izquierda. Y es en los temas sociales y fiscales donde a priori parece imposible un acuerdo entre Cs y PSOE por sus contradictorios argumentarios. Estuvo ágil en sus intervenciones, hábil en las réplicas y sereno, pese a sus perfil duro, a veces ácido. Sacó pecho del acuerdo de investidura de esta legislatura entre Cs y PP, aunque de poco le sirvió porque se sumó a los partidos de izquierda para dar una imagen derrotista y negativa de la Comunidad. A Igea se le vio convencido de que es el único que a día de hoy va a tocar poder la próxima legislatura, tanto es así que salió airoso del debate tras recibir tan sólo pequeños «pellizcos de monja» de sus oponentes.

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