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Artes&Letras / Libros

Casi Unamuno total

La Universidad de Salamanca inicia la publicación del epistolario de su más ilustre catedrático, con las primeras 300 cartas de las alrededor de 20.000 conservadas en la Casa-Museo

Miguel de Unamuno ABC

NICOLÁS MIÑAMBRES

El presente trabajo sobre el epistolario de Unamuno se presenta con unas luminosas y sinceras confesiones del maestro de Salamanca en una carta inédita a Luis López Ballesteros y Torres el 4 de julio de 1919 : «Para excitarme a pensar cosa pública necesito comunicarme; pienso en voz alta; de mis cartas privadas salen artículos; mis mejores frases públicas se me han ocurrido, de pronto, en conversación o en correspondencia privadas». No puede confesarse con mayor claridad.

Esta afirmación, lema casi de la obra, refleja gráficamente la forma epistolar unamuniana, experiencia que ha dado lugar, probablemente, «a unas veinte mil reunidas en el archivo de la Casa-Museo Unamuno de Salamanca». Es cantidad que los editores del Epistolario I consideran bastante aproximada, si bien advierten que «resulta imposible saber cuántas epístolas escribió, ya que la mayor parte de ellas se han perdido o quedan todavía sepultadas en los archivos familiares».

Este primer tomo incluye sólo 303 cartas, escritas entre 1880-1899 , como indica la obra. Por ello, estas líneas serán sólo unas reflexiones en torno al trabajo de Colette Rabaté, y Jean-Claude Rabaté, introducción a este primer tomo, que augura un trabajo futuro brillante. Las cartas obligan a los editores a su clasificación en diversos bloques, partiendo del sentido de la «epistolomanía» unamuniana, (en versales en el original, éste y los demás apartados) incluyendo diversos bloques. El segundo son «Síntesis de cartas de juventud (1880-1899)». Son los tiempos de la vida hogareña y del contacto personal y académico en Salamanca, para llegar a centrarse en espacios más lejanos, como Bilbao, Cuba y Filipinas, Cataluña y, sobre todo, sin olvidar la cultura europea y su relación con el Partido Socialista, fuente de conocimiento de intelectuales de envergadura. Tal vez un apartado de los más interesantes es «Los bastidores de la creación», tomando contacto con los géneros literarios esenciales. Son frecuentes sus confesiones personales e intelectuales: «Tengo deseos de trabajar, de hacer lo que pueda por la cultura de mi país y de crearme una posición en las letras y algo que se añada a mi cátedra».

No hay que olvidar el apartado de «Agradecimientos», compuesto por casi cinco páginas que incluyen la relación onomástica de los intelectuales a los que los autores agradecen su colaboración. Hacen una «mención especial» a José Antonio Pascual, Mariano Esteban de Vega, Margarita Becedas, José Carlos Mainer, Carlos Alberdi, José Antonio Sánchez Paso... convencidos los autores de que podrán «completar y ampliar la lista de agradecimientos». Lo citado se completa con «Criterios de edición», y referencia a muchos aspectos tipográficos poco habituales, rematados con los seis seudónimos de Unamuno.

No es la única aportación. Al final del Epistolario hay una lista amplísima de «Índice de corresponsales», aludiendo a las cartas reproducidas, acompañando el apartado con un «Índice de cartas y destinatarios», correspondientes a la obra. No falta un «Índice-Diccionario», onomástico, a doble columna, de setenta y tres páginas, casi un libro. Finalmente, un «Índice de diarios, semanarios y revistas», además de un «Índice de obras de Miguel de Unamuno», cierran las páginas. La edición no puede quedar mejor amparada críticamente.

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