Artes&letras castilla-la mancha
La palabra imaginada (44): Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2025
Del libro: Riostres. El Ángel Editor, 2025
La palabra imaginada (43): Premio Álvaro de Tarfe, 2025
María Antonia Ricas
Toledo
Papeles en una carpeta de gomas
No son facturas, ni documentos de una heredad dudosa. Ninguno importa para recoger triunfos, gemas, mapas, trazados de un itinerario a los castillos encantados. Reconoces la letra: fragmentos, citas, elecciones de algo que alguien dijo y conmovió y cambió ... el presente de otro mundo.
De Las bodas de Cadmo y Harmonía, de Roberto Calasso.
«La poesía se presentó como la forma de aquellas palabras ambiguas que los consultantes preguntaban para decidir acerca de su vida y cuyo significado, con gran frecuencia, sólo comprendían cuando los hechos ya habían acaecido.»
Le dije que cualquiera de mis movimientos era el tejido de un único poema: respirar, vocalizar, paladear tinta, atrapar un humo de existencia, y ser, de continuo, un trazo presencial. Porque el futuro no existe, porque la memoria es una caja con fabulaciones de recuerdos (de Emily Dickinson). Me escuchaba, pero yo sabía que pretendía callarme a fuerza de besos, a fuerza de una lumbre primaria, a fuerza de los abrazos sin juramentos.
Una cita de Homero, del Canto XX de La Odisea:
«¡Aguanta, corazón!, que ya en otra ocasión tuviste que soportar algo más desvergonzado, el día en que el Cíclope de furia incontenible comía a mis valerosos compañeros. Tú lo soportaste hasta que, cuando creías morir, la astucia te sacó de la cueva».
Aguanta, aguanta, todo es presente, un instante se distingue de otro aunque inapreciable su tesoro, aunque no dejen rastro de olor. Los parpadeos que se suceden, el afán de vidas microscópicas viviendo en la palma de la mano, el vuelo de una hoja, el alto vuelo de las garzas que viajan al sur… Todo es presente… El pulso de mi corazón nunca idéntico, rítmico, sin pausa, diferente… Aguanta, aguanta, late en esta crueldad de no repetirse.
Con Garcilaso y su soneto XXIII:
«Coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto…»
Me comeré a mí misma si es preciso. Daré mi pecho al aire, los dedos para el musgo de diciembre. ¿La primavera? Nada comparada con mis años de antigua divinidad de huesos, comparada con mi yo, mi fuego de rescoldo. Me comeré a mí misma, carpita de cerezas, zumo de uva, y creceré del humus de mi cuerpo, me otorgaré otro nombre y seré apetecible.
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