Jesús Maroto y el arte de fracasar con lucidez

Con este libro —el último de una trayectoria que roza ya la veintena de títulos— Maroto vuelve a su tono inconfundible: conciso, cáustico y profundamente humano. Cada poema es una bocanada de aire fresco que, sin renunciar a la ironía, se adentra en lo esencial. Una treintena de textos que, bajo títulos como Andar descalzo, Seres vulnerables o Más sobre la ácida rutina, lanzan una mirada implacable sobre el esqueleto social que habitamos.

Su crítica, contenida pero feroz, despoja al verso de toda retórica superflua. El poeta hace del silencio una herramienta tanto como de la palabra, en un difícil equilibrio entre el decir y el no decir. Como si cada línea —escrita con la precisión de quien conoce el peso de cada sílaba— invitara a resistir ante los des-hechos cotidianos y las normas impuestas por un gusto arbitrario.

En la página 20, Maroto deja caer una de esas frases que resumen toda una poética: «Lo que queda del poema es una voz en off para recordarnos, por si acaso, eso que vamos diciendo, o siempre hemos callado. Eso que van diciendo o nunca dirán.»

Y así, recordando a Samuel Beckett, el poeta nos devuelve a la raíz de su título: la vida, siempre, va de esto. De fracasar una y otra vez. De fracasar mejor.