toledo
Nuestro poeta en Nueva York (IV)
El poeta, profesor y traductor toledano Hilario Barrero (1948) envía desde la ciudad de los rascacielos un nuevo texto que acompaña a una imagen de Nueva York, ciudad donde reside desde 1978
Nuestro poeta en Nueva York (IV)
CASA TOMADA . Pensábamos que la imagen de la madre en el sillón sería permanente , que la dulce rutina del olor a café seguiría llenando la casa, que las llamadas telefónicas detallarían bodas y bautizos, muertes y divorcios y que las visitas ... encenderían la sala n aquellas tardes de invierno oyendo la lluvia en los cristales . El tiempo se lo llevó todo : el cesto de los hilos revueltos de carretes, agujas ciegas, botones e imperdibles, el ladrido del perro, la caricia del olor a café y a colonia, el abrazo de los ruidos, el chisporroteo de las luces y el salto acrobático de los colores . Pasaron nombres, ennegrecieron los días en rojo, se olvidaron cumpleaños, la fruta se llenó de luz espesa, huyó el verano y un frío intenso, como una víbora de plata y cristal, reptaba en los pasillos . La decadencia se hizo más visible, la soledad floreció en los visillos , el polvo envejeció a la vajilla, la humedad se escondió en los manteles de fiesta, el amor se secó entre sabanas de encaje e iniciales gozosas y naufragó en los armarios, con olor a lavanda y a romero, una marea de cieno enemigo . La muerte tardó en asomar, pero cuando llegó se hizo la dueña de la casa. Era el silencio un pájaro herido y la vida fue de otra manera .
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