A prisión por un sabotaje con el bacilo de la tuberculosis en un hospital de Zaragoza

Tiene 37 años y forma parte de la plantilla fija del Servicio Aragonés de Salud. Trabaja en el laboratorio del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde se produjeron los hechos.

Tras varios meses de investigaciones, los policías encargados del caso han determinado que fue ella la autora de un sabotaje que supuso que cuatro personas que no tenían tuberculosis fueran tratadas con medicamentos especializados para hacer frente a esta enfermedad.

Las autoridades sanitarias aragonesas creen que ese tratamiento no acarreará problemas a futuro para estas personas. Se trata de uno de los pacientes a los que se extrajo una muestra sanguínea que, una vez en el laboratorio, fue contaminada intencionadamente con la inoculación del bacilo; y otros tres familiares suyos a los que, siguiendo el protocolo para hacer frente a la enfermedad, se les aplicó el tratamiento de profilaxis a modo preventivo.

Desde la Consejería de Salud se ha insistido en que no debe haber alarma social por lo ocurrido: no se infectó a pacientes, sino que se contaminaron muestras sanguíneas que habían llegado al laboratorio .

Las primeras sospechas surgieron en marzo. Fue entonces cuando extrañó el elevado número de positivos por tuberculosis que se habían acumulado en analíticas realizadas en el Hospital Miguel Servet. En abril volvió a repetirse la misma situación, pero para entonces -según las autoridades sanitarias- ya se habían empezado a realizar indagaciones internas.

El caso acabó siendo denunciado ante la Fiscalía y ésta encargó una investigación a la Policía. Al final se determinó que la autora del sabotaje era esta técnico de laboratorio de 37 años, aunque hasta el momento ella niega las imputaciones.

El caso se sigue en el Juzgado de Instrucción número 3 de Zaragoza, que dirige Mercedes Terrer. La acusada fue detenida el pasado martes. La juez, tras tomarle declaración y considerar los datos aportados por la Policía, ha decidido el ingreso en prisión de la técnico de laboratorio. Ha sido declarado el secreto de la instrucción judicial.

Según las autoridades sanitarias, se ha llegado a la conclusión de que fueron intencionadamente contaminadas una quincena de muestras sanguíneas de otros tantos pacientes, si bien solo uno de ellos -y sus tres familiares- llegaron a ser tratados contra la tuberculosis que en realidad no padecían.