La patata caliente: la vuelta al cole

Nos vamos acordar bien de que la competencia de Educación no esté centralizada, así como la Sanidad, en esta España de repente republicana que quiere cambiar a un Rey, que ha traído negocio al país, por dos presidentes de la República, que ya viven como tales, en casoplones y residencias reales, falconeros catetos, que eso sí es robar, quemando gasolina en vez de ir en Alta Velocidad, habilitando residencias o con una docena de guardias civiles en la puerta, que podrían estar ocupándose de otros tipos de fechorías, tales como la ocupación de casas .

El Gobierno multicapa de España ha traído el lavado de manos perfecto, cual Pilatos, para que nadie asuma la responsabilidad de elaborar un plan detallado y con fuerza legal para que algo tan necesario como una vuelta al colegio en septiembre lo más segura posible, en un entorno de pandemia y rebrotes crecientes, sea viable.

De momento, que se sepa el Ministerio de Educación de la señora Celaá, cuyas hijas, curiosamente, asistieron a un colegio católico, concertado y diferenciado, porque el socialismo y la pública siempre son para los demás y no para la élite del partido, y como ya veremos con los cachorrillos podemitas de Galapagar, que asistirán a los colegios más elitistas y no a una escuela de Vallecas, como defiende el comunismo, solamente ha recomendado el uso de mascarillas o garantizar el distanciamiento de los alumnos, metro y medio, dentro del aula.

De quién paga las mascarillas cuando al alumno se le olvide en casa, o quién estira los metros de las aulas, poco de sabe.

El Ministerio de Sanidad tampoco ha ayudado mucho salvo aportar una serie de recomendaciones higiénicas que suponen un quebradero de cabeza, en la organización interna de los centros, pero que desaparecen por falta de medios reales en la aplicación de las mismas.

Por parte de la Junta de Andalucía , el consejero de Educación, el señor Imbroda, doctor en Ciencias de la Educación, pero dedicado al baloncesto siempre, aupado por Cs, ha emitido un protocolo de actuación ante el Covid-19 para los centros educativos, en el que la sorpresa es que bajo cada epígrafe hay un espacio en blanco, o sea, un «quedabién» que traslada toda la responsabilidad a los propios centros , lo que ha despertado la lógica inquietud e intranquilidad en la comunidad educativa.

En respuesta a la cual, emiten un decálogo de 31 páginas para resolver las múltiples dudas que suscita un documento en blanco, y tras su atenta lectura, te quedas exactamente igual y con la sensación de que vamos en un barco sin capitán , con mar de fondo y tormenta en el horizonte. Ante ese panorama, el marinero, con el remo en la mano se pregunta: ¿cómo podré llegar yo a tierra?