En la cancha y en la guerra

Los honra ser ejemplo de compromiso , diálogo, juego limpio, trabajo en equipo, sacrificio personal, generosidad, sana competitividad y respeto mutuo, valores deportivos ejemplares frente a la barbarie del conflicto. La vida los medía doblemente en la cancha y en el suelo de su tierra. Sin duda, quienes asistieron al evento tampoco pudieron sustraerse a esta situación.

La paz es un anhelo humano, sin la cual la vida se vuelve intransitable . La experiencia de las crueles guerras del siglo pasado dejó clara la deshumanización que suponen y la necesidad de asegurar un camino de desconsideración de la guerra como opción. Lejos de ello, los enfrentamientos recorren el mundo , engrosan el mapa bélico contemporáneo y hablan de la gravedad de sus consecuencias: violaciones de los derechos humanos, hambre, enfermedad, pobreza, millones de desplazados, territorios grávidos de minas, terror, desesperanzas y vidas truncadas.

Ahora en Ucrania, la paz aparece amordazada y amenaza la seguridad mundial. Sus causas son las de siempre: el deseo de posesión, la voluntad de dominio , el egoísmo , la soberbia y el odio. Son cómplices las palabras y los hechos engañosos, porque no hay ninguna guerra preventiva, ni legítima, ni son daños colaterales la muerte, los heridos, la privación de libertad, los tratos degradantes, la devastación, sino abusos desmedidos de un ejercicio obsceno del poder.

La paz es la única alternativa posible , no basada en el miedo a la fuerza del otro, ni en un peligroso equilibrio para evitar el desastre, sino en la búsqueda verdadera de la fraternidad universal y en el compromiso asumido y confiado para alcanzarla. No es una ingenua utopía, prefiero pensar que esta convicción compartida es el principio de la realidad.