LIBRE DIRECTO
El caimán de la Fuensanta
Hacen falta intrépidos que nos defiendan de las bestias
El caimán de la Fuensanta en el templo que da nombre al popular barrio cordobés
Pasado mañana, 8 de septiembre, los cordobeses celebramos a la Virgen de la Fuensanta, patrona de la ciudad. Durante años, los patronos fueron s an Acisclo y santa Victoria y la Fuensanta recibía el título de compatrona. Hasta que en 1994 , ... tras su coronación canónica, ella pasó a ser la patrona y los hermanos mártires los compatronos. Allí está la Fuensanta en su santuario , con su pocito de agua milagrosa desde mediados del siglo XV , cuando se le apreció a Gonzalo García , vecino del barrio de San Lorenzo. Pequeña imagen de medio metro de barro cocido y policromado, profanada y rota durante la invasión francesa, pero restaurada y manteniendo la devoción secular cordobesa y la alegre algarabía de su Velá, con el inequívoco sonido de campanitas de barro.
Un caimán disecado, colgado en el pórtico lateral exterior del santuario, sorprende a cualquier visitante foráneo, pero no a los cordobeses. Es la suya una de las historias más curiosas vinculadas a la Fuensanta. En el pasado, el santuario, se encontraba en las afueras de la Córdoba de entonces, rodeado por huertas y expuesto a las crecidas del Guadalquivir . Cuenta la leyenda que en una de esas crecidas apareció el caimán. Se trataba de un monstruo que, por su tamaño y capacidad depredadora, sembró el terror entre los vecinos de las huertas cercanas. Se escondía entre los cañaverales y atacaba pillando desprevenida a su víctima.
Un día, un veterano de guerra, con una cojera que precisaba de una muleta para caminar, decidió acabar con la bestia. La observó desde lejos para ver sus movimientos y tras ello, una mañana se encomendó a la Virgen de la Fuensanta y colocó un trozo de carne junto a unos arbustos, ocultándose entre los mismos. Cuando el caimán abrió sus terribles fauces para engullir la carne , aquel hombre le clavó su muleta en la garganta. Luchó con el animal que, aún herido de muerte, le lanzaba dentelladas. Consumada su hazaña, el héroe disecó al caimán y lo ofreció a la Virgen, colocándolo en uno de los muros del santuario, donde continúa siendo visita obligada cada 8 de septiembre.
En realidad, el caimán es un exvoto traído por algún cordobés que viajó a América , símbolo de la llegada de la devoción a la Fuensanta hasta el Nuevo Mundo. Como el Cristo de caña hecho en México que existe dentro del templo. En cualquier caso, no le vamos a quitar ni un ápice de mérito a la leyenda de nuestro anónimo san Jorge cordobés, que en vez de liquidar un dragón dio cuenta de un caimán, nueva victoria del bien sobre el mal. Falta hacen ahora capitanes intrépidos de esos, que se enfrenten con valentía a las modernas formas de «caimanes» que nos amenazan y los pasaporten para el averno. En los últimos tiempos hubo quienes se empeñaron en contraponer caimán y Fuensanta, olvidando que las leyendas populares en torno a las creencias religiosas vienen a demostrar que estas han calado en el pueblo. Y este nunca se equivoca.
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