Con los jóvenes

A mí no me gustan ellos. No me gusta la administración, en general. Yo he trabajado de empleado público toda mi vida y sé que era prescindible. No me gusta La Moncloa, ni los gobiernos autonómicos, de identidad grande o pequeña, pero siempre sobrados de gente que nadie sabe porqué está allí. No me gustan los ayuntamientos llenos de asesores. Creo más en los ayuntamientos llenos de funcionarios, aunque sobren. Los funcionarios siempre serán más útiles y más honrados que los asesores. Creo en la administración pequeña y eficaz y por oposición. También creo en la política por oposición. El poder pudre las neuronas y el decoro. Ley tras ley nos están prostituyendo la inteligencia y asolando el sentido común. Ahora el poder se ha propuesto expropiar la Mezquita-Catedral y probablemente lo haga y puede que los que vengan después, si vienen, lo asuman como hecho consumado. Rajoy ha sido el paradigma de este derrotismo crónico. Tal vez la Iglesia espere que la indulten al cabo por el apoyo prestado. Aunque ya no se indulta por pedir perdón ni poner la otra mejilla, sino por escupir a la cara del indultador.

Y menos mal que nos devuelven a los jóvenes de los hoteles-presidio , vilipendiados por el hecho de serlo por los tontos de siempre, los tontos correctos, los tontos oficiales, los viejos tontos, los tontos de mascarilla, los tontos que votan a los tontos, los tontos que atontan a España y que tontamente son capaces de entregar sus derechos a cambio de una fingida seguridad. Hay que estar con los chavales que han clamado por la libertad y la justicia desde esas colmenas turísticas que la misma administración que provoca el desmadre festivo ha convertido en distopía para los incautos que embauca. Y hay que estar especialmente con los diez de Córdoba , que han denunciado a la comunidad balear y supongo que a su inicua presidenta, que mantiene bares abiertos con ella dentro para que no quepa duda de la catadura política y moral del personaje, socialista y sanchista, por más señas.