Cordobavirus CF

Desde hace cuatro meses se viene componiendo, de trazo grueso a fino, el paisaje de un saqueo permanente, con mejores y peores artes, pero el mismo fin . Como informaba ayer Javier Gómez en ABC, los administradores judiciales Francisco Estepa y Javier Bernabeu han entregado al titular del Juzgado de Instrucción 5 que lleva la causa contra Jesús Le ón y su presunta administración delictiva del club, un informe de 73 páginas en el que detallan los variados y reiterados perjuicios económicos que el Córdoba CF ha sufrido desde 2011 hasta 2019 . Un trabajo pericial necesario para acotar y levantar las responsabilidades penales que su señoría estimen convenientes sobre una década nefasta, lejana a la apariencia de éxito o relevancia deportiva —con un ascenso a la máxima categoría— que haya podido dejar en nuestros recuerdos mientras que el vaciado del patrimonio económico y reputacional se propagaba con la velocidad del peor virus posible y sin antídoto que lograra frenarlo. Empero, sostengo que pudo atajarse, pero nadie terminó yendo al juzgado teniendo potestad suficiente para hacerlo.

El informe pericial de los administradores deja un rastro de unos 15 millones de euros de perjuicio en el Córdoba CF que, probablemente, sea más elevado, habida cuenta de la falta de soporte documental y legal que reina en algunos ejemplos y sin contar otras vías de escape de fondos ya en el ámbito judicial. Me atrevería a decir que es una cantidad que se queda a la mitad de camino, pero han de ser jueces y peritos quienes lo determinen en una causa que se antoja larga y compleja y precisa, por otro lado, personalidad e interés por llegar hasta el final con todas sus consecuencias. Tarjetas de crédito que echaban humo, sueldos desmesurados, servicios no prestados y facturados a la sociedad, vigilantes para sus chalés, comisiones infladas, asesorías desmesuradas, préstamos de usura con empresas interpuestas o la farsa de una ciudad deportiva que se convirtió en una pantalla para la evasión de pasta con cierta empatía política, todo hay que decirlo.

El verdadero partido del Córdoba CF no está en el césped, que seguirá su curso con mayor o menor fortuna si la pandemia del coronavirus lo permite. La entidad que camina hacia los setenta años de historia se juega su ser o no ser en los juzgados en una larga liga de pleitos y jugadas inverosímiles. Sus mayores adversarios se odian, pero se necesitan, se conocen y se utilizan y han tenido la capacidad común de parasitar el fútbol en esta ciudad chupando hasta las entrañas de su club y su intangible emocional, y van a hacer todo lo posible para salir indemnes de este atraco a mano armada. Es hora de acabar también con este virus.