La Feria taurina de Córdoba afianza su crisis con menos público y menos toros

Otro pormenor, la promoción del ciclo . Años atrás se veían carteles por todos los rincones, actividades previas y gente en esas actividades. En 2018, poca ha sido la divulgación previa realizada. A día de hoy, la relevancia del toreo sólo existe de manera parcial en apenas días contados con los dedos de una mano en una tierra que ha sido cuna de toreos, pero que parece que se empeña en extirpar esa condición.

La gente acude menos a los toros . Se ha comprobado en esta feria. Mal contadas, en los tres días de festejos se han dado cita en el coso cordobés unas 16.000 personas . La entrada más significativa fue la del sábado, siete mil personas, y la del domingo, los rejones, la de menor afluencia, con 4.500. La recién concluida es la Feria c on menor número de festejos y menor presencia en los tendidos.

De la Feria hay aspectos positivos. La FIT ha trabajado un palco infantil, donde han acudido más de un centenar de niños de entre cinco y doce años. Ha tenido éxito, igual que el abono joven, con casi medio millar alistados.

El juego de los astados, desigual en general, ha propiciado éxito en cada jornada y han sobresalido especialmente las figuras de Ventura, Morante y Finito, en un nivel más elevado al del resto de comparecientes. El triunfador rotundo del ciclo ha sido el jinete . Su actuación el domingo dio muestras de la envergadura de su toreo a la grupa. Tres orejas cortó también el domingo Andy Cartagena, pero con él la autoridad fue demasiado generosa.

Del toreo a pie, Morante se inventó el sábado una faena cuyo premio se entregó demasiado rápido. Una vez más, el palco pecó de cierta incontinencia, justicia no empleada de similar manera con unos que con otros. El sevillano fue el único torero en salir a hombros por la Puerta de Los Califas .