Pregón Taurino | José Luis Prieto repasa más de dos siglos de historia del toro

Prieto, que hizo también alusiones a las épocas decimonónica, donde destacaron Bombilla y Machaquito, habló de Joselito y de Belmonte (edad de plata) y de los toreros que les sucedieron en épocas posteriores, marcando un punto de referencia que supuso una inflexión en la Fiesta. A este respecto, Prieto significó que la Guerra Civil española, desde su conclusión hasta el año 73, dejó un legado de treinta y cuatro años donde el toro no cambió y que eso ha condicionado la propia evolución de su especie.

El veterinario y escritor refirió que, una vez concluso el conflicto entre españoles, «lo único que se podían lidiar eran novilletes», en referencia a que las consecuencias de la guerra dejaron ese panorama en las ganaderías. En esta línea, reseñó que lo que parecía que iba a ser un período transitorio de cuatro años, superó las tres décadas.

El pregonero explicó que fue en el año setenta y tres cuando el público empezó a reprochar matices de toros que aludían a tamaños y pesos. Para Prieto, este tipo de circunstancias favorecieron la creación de una escuela distinta, donde hubo toreros que cohabitaron años con ellas, como el propio Manolete o El Cordobés.

«Hubo más de dos generaciones de toreros que vivieron este contexto». Y es que, según detalló, en el año 1943 salió una orden, como consecuencia de la guerra, que derogaba un artículo del Reglamento Taurino de 1930 , donde se hablaba del peso de los toros . Esa norma, que quedaba en suspenso hasta rehacer España, suprimía la edad y el peso de los toros de lidia.

«Manolete se benefició de eso, lo mismo que el resto de matadores de la época», matizó. Por ese motivo, en 1969 se creó el Registro de Nacimiento de Reses y Lidias , donde la Guardia Civil controlaban el marcado de las reses en su año de nacimiento. «A partir de ahí, la picaresca, en este sentido, sobre los toros, dejo de existir», concretó.

En la ponencia, argumentó que el toreo cambió cuatro años después, en 1973 , que fue cuando las reses nacidas a partir de la variación de la normativa se podrían lidiar como toros. Lo que sucedió es que la afición y la propia prensa detectaron a un animal «de juego algo más mediocre aunque bien formado». El problema fue que durante todos esos años, «se perdió una gran carga genética» de los animales , porque la selección «fue cayendo». «Se construyó un toro más tolerable», señaló a este periódico momentos antes de su cita en el Real Círculo de la Amistad.

Este veterinario crítico también el monoencaste en las ferias, refirió las trágicas muertes de Yiyo y Paquirri para concluir que esos sucesos, por desgracia, «devolvieron la dimensión trágica del toreo tras una época donde se había perdido». Así, con referencias a toreros locales y diversas etapas más recientes, el pregonero concluyó que en los últimos años se ha conseguido «haber avanzado en hacer animales más aptos, más fuertes, pese a que el espectador salga menos emocionado porque al toro le falta casta y bravura».