La Graílla
Perspectiva de justicia
En el sistema de violencia de género no todas las mujeres sufren ni todos los que padecen son mujeres
Generación Sánchez (22/6/2024)
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Iniciar sesiónPor entrevistas como la que publicó Pilar García-Baquero en estas páginas el lunes habla el presidente del Gobierno de hacer una ley que frene los bulos y controle a los medios que no le gustan. La forma en que las suyas han ... saltado estos días tendría que interpelarlo para que acorte el merecido descanso en Doñana o Lanzarote y prepare con su gente una norma que impida que los profesionales que pisan la calle, observan la realidad, tienen datos y saben sacar conclusiones sin las gafas de ningún prejuicio hablen con libertad y razones y digan que en el sistema asimétrico de la violencia de género no todas las mujeres sufren ni son mujeres todos los que padecen.
La decana del Colegio de Procuradores, María José Carralero, dijo en ABC lo que ha escuchado hace mucho tiempo cualquiera que haya hablado con gente que conozca los tribunales: que las denuncias falsas con mucho más del 0,000 y pico que dice el relato oficial, que cuando se archivan tres querellas seguidas de la misma mujer contra el mismo hombre no hay que ser un lince para saber lo que pasa y que una ley que consagra el derecho penal de autor y castiga un insulto, un amenaza o un golpe en función de los gametos (aquí parece que todavía no entra la identidad sentida, algo es algo) consagra una injusticia y no sirve al bien para el que se aprobó a toque de campana laica.
Su intuición de que sólo una tercera parte de las denunciantes eran maltratadas no es mala: el informe del Poder Judicial decía en 2019 que de los 444 hombres juzgados en Córdoba por la llamada violencia de género sólo se condenó a 165.
Con una ley que evitase verdades distintas de la oficial no sería necesario que hubiesen saltado el PSOE e Izquierda Unida con menos datos que metros de esparadrapo del que sella labios. «El Consejo General de Procuradores de España debe reprobarla», se lamentó el partido en el gobierno mientras intentaba cambiar la conversación a protecciones y pulseras de las que nadie dijo que fueran innecesarias en muchos casos.
«Es lamentable que en un momento de avance de la ultraderecha una operadora jurídica valide las tesis de quienes culpabilizan a las víctimas y enaltecen a los maltratadores. Debe dimitir», clamó la coalición que un día gobernó Córdoba, que pidió que haya una persona con «otra sensibilidad». Es la famosa perspectiva de género, que ve las cosas tan de cierta manera y que al querer corregir según su criterio obliga a pedir mejor perspectiva de justicia.
«No se puede consentir», bramó una plataforma de esas que no se han dado cuenta de que si en los juzgados se agolpan las denuncias archivadas al final se atiende peor a las víctimas reales, y que miran para otro lado cuando hay padres dolientes que pasan años sin ver a sus hijos pequeños por divorcios con denuncias que nunca se demuestran. De que los primeros en saltar fueran los sindicatos no hay que hacer sangre: es un tópico decir que hay muchos puestos de trabajo que dependen de la violencia de género.
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