PASAR EL RATO

Para ti, para nadie

Más que lo que se dice, que no acostumbra a distinguirse por su profundidad, importa cómo se dice

José Javier Amorós: 'Malos sentimientos'

El Gobierno congela casi una decena de proyectos claves para Córdoba

La política se hace con el leguaje y consiste en un modo de usar el lenguaje. Somos lo que hablamos, y el lenguaje saca a la luz nuestra personalidad más escondida. Vuelvo a decirlo porque todavía no se ha dicho lo suficiente. Lo que ... el político busca es hacerse entender, su trabajo es una cuestión de palabras. Cuando consigue que su lenguaje esté y permanezca en nosotros, ha conseguido dominarnos. Eso es el poder, que tu lenguaje esté en mí. Y para eso, más que lo que se dice, que no acostumbra a distinguirse por su profundidad, importa cómo se dice. Con la voz o con la pluma. Sadeco es la empresa municipal de limpieza de Córdoba, pero no tiene la obligación profesional de limpiar también el idioma español, como es el caso de la Real Academia de la Lengua, que además lo fija y le da esplendor, con fortuna desigual. Aunque tampoco debe contribuir a ensuciarlo. Recientemente ha presentado una campaña publicitaria para que los cordobeses mantengan limpia su ciudad.

La concentra en esta fórmula, que invita al suicidio del contribuyente: «Lo que tú no quieras pa´ti no lo quieras pa´nadie». Podría suceder que muchos cordobeses sensibles no quieran para ellos el tono literario de la campaña. Eso es un intento graciosillo de trasladar a la política el lenguaje de la calle, ignorando que el político tiene la obligación mallarmeana de contribuir a purificar las palabras de la tribu. Lo que puede ser disculpable en el bar no lo es en el Parlamento. La gracia se tiene o no se tiene, y en Andalucía es muy frecuente tenerla. No es el caso del lema de la campaña, que resulta perjudicada por haber forzado la gracia. Todo eso sin entrar en la licencia del tuteo político, que minusvalora al ciudadano con el pretexto de la cercanía democrática, cuando la democracia es una cuestión de modales. El lenguaje de la política debería contribuir a elevar el nivel del lenguaje de la calle.

La campaña es anual, y cada mes del año tiene en ella su afán higiénico. El de septiembre viene resumido en este ideal de parvulario: los excrementos caninos. Dedicar un mes entero a esta tarea puede considerarse excesivo. No es que los perros carezcan de derechos fundamentales con el gobierno de Sánchez, pero fomentar una reflexión de 30 días sobre el modo en que estos animales se desprenden de lo superfluo es sobrevalorar a los perros. ¡Dios Todopoderoso, Señor de concejales mejorables y de perros sin amo! Tanto cantarle a septiembre los poetas –«un viento, un rapto, una nave de vino», lo llamó el gran Neruda en una oda de supermercado poético- para acabar como Conde-Pumpido, manchando su manto de estrellas con las heces perrunas del polvo del camino. Para esa guarrada no puede haber amnistía.

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