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PASAR EL RATO

Malos sentimientos

La política española de los últimos años es la refutación práctica del precepto cristiano de amar al prójimo

José Javier Amorós: 'Canciones para un partido'

José Javier Amorós

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El cristianismo es una religión imposible, porque manda amar incluso a la ministra de Hacienda, que ahora está ocupada en la toma de Sevilla, esa mujer carece de pudor histórico. Por eso es uno cristiano, porque admira lo imposible, porque como le dijo el ... gran Borges a un estudiante revolucionario, que intentó pasarse de listo con el maestro, «un caballero sólo defiende causas perdidas». En la resurrección de la carne os espero, compañeros. Cristiano más ladrador que cumplidor. Amar a nuestros enemigos, sentir que el corazón sangra de ternura por los que nos hacen daño, por los que nos persiguen y calumnian es antinatural. Parece que en la historia ha estado al alcance de unos pocos seres heroicos, profesionales del bien. Los simples aficionados, en cambio, creemos que Dios nos pide demasiado. Ni siquiera su caballo amaba a Calígula. ¿Se puede amar a Stalin? ¿Es mi prójimo Txapote? ¿Nicolás Maduro mi semejante? ¿Acaso somos hermanos el Che Guevara y yo? A la respuesta oficial siguió en la tierra un silencio de dos mil años, en el que seguimos instalados. Mi admirado Albert Camus, que era un ateo para creyentes con lecturas, nos dejó esta convicción, más difícil de entender que el mandamiento cristiano y que guarda relación con él: «Hay en el hombre más cosas dignas de admiración que de desprecio». ¿En todos los hombres? Lo escribió en 'La peste', y ese aprendizaje vino de una plaga. Jean Paul Sartre, su ilustre contradictor, por el que uno tiene menos interés, se muestra más cercano a la sensibilidad del hombre contemporáneo: «El infierno son los otros», dice uno de los protagonistas de 'A puerta cerrada'. Si Sartre tiene razón, ¿qué novedades podría ofrecernos el Maligno en sus instalaciones? Lo más probable es que el Diablo tenga menos imaginación que su maestro, el médico nazi Josef Mengele, el Ángel de la Muerte de Auschwitz, donde el infierno buscaba inspiración.

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