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PASAR EL RATO

Icha

María Luisa Baeza adquirió tempranamente pensamiento propio, que usaba para fumigar a los tontitos importantes que viven de cabeza ajena

José Javier Amorós: 'Aparta este cáliz'

José Javier Amorós

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Si este artículo se hubiera publicado hace una semana, cuando Icha murió, muchas líneas resultarían ilegibles por tantas lágrimas de tantos caídas sobre ellas. Hoy se inspiran en el mismo dolor, pero más contenido. Escribo sobre María Luisa Baeza, llamada Icha, para quien le ... pueda interesar. En Córdoba nos interesa a muchos, además de a mi muy querido Pepe López Laguna y a sus hijos y a sus nietos. Nos interesa a quienes la frecuentábamos en un grupo de amigos que ella llenaba de iniciativas y de corazón, y que ahora se queda desconcertado. Con ella muere una parte de lo que hemos ido siendo todos nosotros en su compañía. Tenía una inteligencia refinada y compasiva. Para poder defenderse de sí misma, porque era canaria, cordobesa, católica y sentimental. Y todo eso se paga o se niega. A Icha no le importaba pagar por la excelencia. Adquirió tempranamente pensamiento propio, que usaba para fumigar a los tontitos importantes que viven de cabeza ajena. Decía lo que quería decir, con las palabras adecuadas y sin rendirle culto al escalafón. Estoy seguro de que sus hijos bendicen a Dios por ser sus hijos. Y al padre de sus hijos le ha dejado vida vivida y recuerdos suficientes para que su marcha fúnebre se convierta en una manifestación de «amor constante más allá de la muerte». Murió en Córdoba, el día de Miércoles Santo, por la mañana, y no creo que sea una casualidad. Quizá Dios se sintiera solo ese día, con todo el mundo en la calle, buscándolo, y decidió llamarla para que dé amenidad a la vida eterna.

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