Isabel San Sebastián: «En la Edad Media el honor era el bien más preciado; había traidores, pero se les señalaba»

«El honor era el bien más preciado. Había traidores, pero se les señalaba y castigaba. Socialmente eran parias, su nombre su borraba, lo peor era una traición», ha contado la escritora, que ha insistido en que en aquella época ese buen nombre era lo mejor que muchos padres podían transmitir a sus hijos.

La escritora participó en una nueva sesión del Foro Cultural de ABC, que organiza el periódico con el patrocinio de la Fundación Cajasur y la colaboración del Ayuntamiento de Córdoba. Decenas de personas arroparon el acto en el Auditorio Cajasur.

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Valerio Merino

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En conversación con el director del foro, José Calvo Poyato, Isabel San Sebastián se ha referido no sólo a reyes, sino también a las gentes sencillas que lucharon en las batallas y por repoblar las zonas de frontera para hacer frente a los musulmanes.

«Los cronistas de la época escribían al dictado de reyes, pero son las gentes sencillas los que les dieron sus conquistas, sus coronas y su poder», ha explicado. A ellos se ha dedicado, y sobre todo a las mujeres que se quedaban en casa cuando los hombres batallaban.

Porque para la periodista y escritora, «la repoblación la hicieron las mujeres, porque los hombres estaban muertos o batallando». Y lo que ha hecho ha sido intentar rellenar, con coherencia y honestidad, los huecos que ha dejado la historia a través de la vida de la gente sencilla.

Lo hace a través de Auriola, una mujer que cuida de sus nietos y siente predilección por Diego, uno de ellos, y al que le habla de lo que ha sucedido en su vida, y de su marido, ya muerto.

A lo largo de toda la conversación, han aflorado muchos acontecimientos históricos, como la llegada de los almorávides desde el Norte de África. Fue un acontecimiento muy duro, que comparó con «la entrada del Daesh en Siria».

«Ganaron en batalla campal porque eran mucho más que los cristianos que les hicieron frente», ha contado, y su comportamiento fue cruel con los cristianos y sobre todo con los musulmanes, a los que reprocharon que hubieran abandonado sus costumbres e incluso bebieran. «Prohibieron todos los libros menos el Corán», resumió.

Y todo en un siglo, el XI, en que «empezaron a cambiar las tornas»«. Si hasta entonces el poder mayor lo tenían los musulmanes, desde ese momento, cuando muere Almanzor y Al Ándalus se fragmenta en reinos de Taifas, los cristianos empiezan a tomar ventaja.

En esta novela ocurre, en el año 1085, la reconquista de Toledo, que había sido la capital de la España visigoda, y que se rindió «sin derramar una gota de sangre». Cuando llegaron los almorávides, el empeño de los reyes fue mantenerla en manos cristianas y se consiguió.

Isabel San Sebastián ha escrito aquí su novela más personal, donde habla de su condición de abuela y hace un homenaje a su madre, todo en un proyecto en que se ha planteado narrar en novelas toda la Reconquista, como «una epopeya fascinante».