La baja cosecha y el alza del precio reducirán el consumo y la exportación del aceite de Córdoba

El aforo que dio a conocer la semana pasada la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural indicaba que la previsión de molturación de «oro líquido» por parte de las más de 180 almazaras ubicadas en Córdoba se situaba apenas en las 158.000 toneladas. Esta cifra es un 47,3 por ciento por debajo de lo registrado en la campaña pasada, cuando se llegaron a las 299.000 toneladas., así como casi un 43 por ciento menos que la media de los últimos cinco ejercicios. Se da la circunstancia de que no se alcanzaba una producción tan escasa desde el periodo 2014-2015, cuando apenas se llegó a las 168.000 toneladas. Una parte del sector avala estas negras previsiones, mientras que algunos operadores consideran que son excesivamente pesimistas teniendo en cuenta que las lluvias que puedan caer en las próximas podrían mejorar el estado de las aceitunas y con ello, sus rendimientos.

La Administración autonómica indicó en este informe que «la campaña viene muy marcada por la sequía y la falta de dotaciones de riego en la mayor parte de las zonas productoras», al mismo tiempo que «las extraordinarias e intensas olas de calor sufridas durante la floración y el cuajado inicial han tenido como consecuencia que el número de frutos se encuentre significativamente por debajo de la media».

El presidente provincial de Asaja, Ignacio Fernández de Mesa, es algo más optimista en sus previsiones al fijar las estimaciones de su organización en unas 180.000 toneladas. Eso sí, siempre que se registren precipitaciones a muy corto plazo. El representante de la patronal agraria indicó que estos preocupantes pronósticos «se producen en un momento crítico para los productores de aceite de oliva, sumamente afectados por el alza del precio de los suministros, como los abonos, los fitosanitarios y el gasóleo, que se encuentran disparados».

El precio del zumo de aceituna no ha dejado de elevarse en los últimos dos años. El virgen extra se pagaba la semana pasada a cuatro euros el kilo, unos valores que superan en un 23 por ciento a los que había hace un año, mientras que en el caso del lampante la subida se coloca en un 32 por ciento hasta llegar a los 3,83 euros en la actualidad. «Sin duda, la reducción de la cosecha afectará al precio del aceite, puesto que se trata de un mercado muy sensible en el que cualquier variable, como un cambio en las previsiones meteorológicas o la publicación de un aforo de cosecha, puede provocar una variación drástica», según aseguró la gerente de la Asociación de Almazaras Cordobesas (Acora), Macarena Sánchez.

En una misma línea se pronunciaron desde Deoleo, gigante agroalimentario con sede en Alcolea, al señalar que «el hecho de que la campaña sea finalmente inferior podría afectar a las condiciones del mercado, influyendo sobre factores como el precio, el consumo o las exportaciones». En cuanto a las previsiones de producción publicadas por la Junta, la firma aceitera indicó que «la historia nos demuestra que aún es pronto para dar una estimación ajustada sobre la cosecha de este año, de forma que las posibles lluvias de las próximas semanas podrían llegar a corregir al alza los rendimientos».

El director general de Dcoop, Rafael Sánchez de Puerta, apuntó que, con la cosecha prevista, «a nivel comercial nos encontrábamos con un serio problema para poder mantener el ritmo de ventas que tenemos actualmente y que puede verse reducido en un 30 por ciento, del mismo modo que se prevé una bajada de consumo a nivel nacional e internacional por la subida de los precios, algo que resulta preocupante porque podemos perder cuota de mercado en destinos importantes».

Desde la Denominación de Origen Protegida (DOP) Priego de Córdoba, su presidente, Francisco Serrano, auguró que el encarecimiento del aceite reducirá su demanda, algo que «países competidores en los que es posible este año mejoren sus producciones, como Grecia o Túnez, pueden aprovechar para conquistar mercados a nuestra costa». En el marco de Baena se augura una caída de la producción de más del 50 por ciento hasta quedarse en unas 20.000 toneladas, «algo que supondrá una verdadera catástrofe en lo que se refiere al empleo en el campo y en las almazaras», según subrayó su secretario general, José Manuel Bajo, quien, no obstante, confía en que la calidad del producto no se vea afectada.

Por su parte, el gerente de Canoliva, José Cano, consideró que el alza de las cotizaciones prevista «nos perjudica a la larga porque se reducirá la demanda de aceite». Asimismo, empresario lamentó que la baja cosecha estimada «supondrá un fuerte golpe a las zonas rurales por la pérdida de puestos de trabajo directos e indirectos». Hay que recordar que la campaña olivarera suele generar en Córdoba unos 4,5 millones de jornales en situaciones normales.