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CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS

Antonio Evans: «Yo estoy casado: me consagré para toda la vida»

Experto en la Biblia, acaba de celebrar sus cincuenta años de ordenación y es el delegado de Misiones más veterano de España. Sus homilías triunfan en Youtube

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El religioso, en un banco del céntrico templo de San Nicolás, del que es párroco VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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Antonio Evans (Hornachuelos, 1949) se encerró a cal y canto durante un mes enterito en el apartamento en el que vive solo para prepararse para el cincuenta aniversario de su ordenación, que se ha cumplido este mes de octubre. «En mi casa tengo capilla, tengo al Señor conmigo; el obispo me lo autorizó. Me tiré mi mes de vacaciones haciendo ejercicios espirituales sin salir de mi apartamento. Sin salir para nada», indica el religioso, párroco de San Nicolás desde hace catorce años, y el delegado de Misiones más veterano de España y uno de lo más antiguos de Europa con cuatro décadas acumuladas en ese puesto en la Diócesis de Córdoba.

-¿No pisaba entonces la calle ni para comprar el pan o la comida?

-Nada. Tengo túpers de guisos, tengo carne y pescado, microondas, una plancha, pan de molde todo el que quieras congelado y lo voy sacando. Si me hacía falta algo urgente había gente que venía y me echaba una mano. Hice los ejercicios ignacianos para vivir el año jubilar. Había cuatro cosas: que el Señor te perdonaba todo lo que hubiese pasado en los cincuenta años, que reparaba los daños, que recreaba su proyecto contigo, y que te capacitaba para la siguiente etapa. Lo culminé todo yendo a Tierra Santa, en el cenáculo. Se enteraron aquí, los míos, y llenaron un autobús para venir conmigo. Cuando volví de Tierra Santa me metí en mi casa otro mes entero a estudiar la Biblia. Solos la Biblia y yo. Me preparé por mi cuenta el aniversario sin temerle a la ancianidad, que es otra etapa, otra más, no la única.

-El Evangelio de San Juan acaba así: 'Cuando seas mayor otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras'.

-[Risas] Sí, sí... Eso es lo que le dice Jesús a Pedro, refiriéndose a la muerte que iba a tener. Pero la broma es que en la actualidad eso significa que cuando seas mayor otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras: que lo sepas, a una residencia.

-Usted es un estudioso de la Biblia.

-Sí. Me encanta la espiritualidad de la Biblia. No soy un exégeta. Lo que a mí me gusta es la Teología de la Biblia. La Biblia es la fuente, todo arranca de la palabra de Dios.

-Qué aprende de la Biblia.

-Pues eso: la palabra de Dios. Hay dos mesas: la mesa de la palabra y la mesa del pan, la eucarística. Y luego vamos con la misión. La palabra, el sacramento y la misión.

Evans, durante su conversación con ABC VALERIO MERINO

Criado en una familia de fuertes creencias religiosas que cuando él era niño se trasladó a Palma del Río, su primer destino como cura fue en la localidad de Guadalcázar, donde apenas estuvo un año. «Llevaba sólo unos meses ordenado y mi primera unción de enfermos fue la de mi madre: me tuvieron que prestar los Santos Óleos», recuerda. La siguiente escala de Evans fue ya Córdoba, donde se hizo cargo de los Cursillos de Cristiandad, fundados por Juan Capó, su profesor de Teología. «Vivía en el Parque Figueroa, en los Colegios Provinciales: ese barrio creció conmigo y fue una etapa bonita; los vecinos me esperaban cuando llegaba por la noche para tomar un café, en verano nos íbamos con los niños a los campamentos del Muriano», precisa quien ha conocido tres obispos al frente de la demarcación eclesiástica cordobesa. «Me graban las homilías con el móvil y las cuelgan en Youtube: la gente me dice que se ven mucho. Yo no doy una misa sin su homilía».

-¿Qué siente un sacerdote cuando cumple cincuenta años de ordenación?

-[Silencio].

-¿Nunca ha pensado que su vida podría haber sido diferente?

-No me admito esa pregunta. Cuando me consagré lo hice para toda la vida. No sé si me explico. Yo estoy casado. No admito derecho a crisis. Porque eso es señal de que te escuchas.

-Y eso no puede ser.

-Claro que no. Si quieres ser discípulo no escuches, segundo abraza la Cruz, y tercero persevera hasta el final. Abraza la Cruz, no la arrastres.

-Hay 193 misioneros cordobeses repartidos por el mundo que están bajo su responsabilidad.

-Sí. Se mueven mucho. Te vuelven loco, hijo. [Risas].

-Qué admira de ellos.

-Primero, la disponibilidad para vivir al aire del Espíritu, porque un día están en un sitio y al siguiente en otro; de ahí el dicho de que te mueves más que un misionero. Segundo, la fidelidad evangélica: un misionero no es una oenegé, sino alguien que da la fe, porque si no da la fe se convierte en un ansioso. Y tercero, la dimensión eclesial: ellos van en nombre de la Iglesia, les guste más o menos alguna que otra dimensión de ella.

-Hábleme de algún misionero cordobés al que admire especialmente.

-Le puedo decir varios… Antonio César, salesiano de Pozoblanco. Cuando venía a Córdoba pasaba por San Nicolás y celebraba. La última vez que vino me pidió que lo confesara, y allá que se fue confesadito a su destino de nuevo. Fue su última confesión: lo mataron al poco después de hacer unas convivencias en Burkina Faso, y por ser cura. Está también monseñor Aguirre, por supuesto. Hace poco murió un padre blanco que tenía unas notas brillantes en el Seminario, diez, diez, diez, y cuando regresó de las misiones vino trastornado, porque había estado años sin tener ningún contacto religioso en su destino. Pero donde haya un misionero está Cristo resucitado. Otro testimonio que me llama la atención es el de Pepe Aguilar, espiritano, que está aquí ahora porque lo han operado de la columna, y que tiene montada una oenegé por todo lo alto: ha estado toda su vida en Tanzania.

Abusos

«Intervine recientemente en una denuncia contra un sacerdote, que fue apartado de todo aunque la denuncia no fue a más: era una revancha»

-¿Para evangelizar aquí hay que irse primero allí?

-Viene muy bien. Desde el Concilio Vaticano II, las misiones en el exterior se han quedado como paradigma de toda la pastoral de la Diócesis. Córdoba está en estado de misión permanente. El Domund, por ejemplo, es decirle a la Iglesia que se encuentra en estado de misión, que tiene que evangelizar aquí, no sólo fuera. En enero empiezo a preparar los grupos que van a cooperar en nuestra misión diocesana en Picota [Perú], y les digo: 'Aprended allí lo que tenéis que hacer aquí'. ¿Entendido? Porque aquí estamos con muchos residuos de una pastoral de cristiandad. Y el ejemplo que te viene es el barbecho.

-¿A qué se refiere?

-Sí, residuos de pastoral de cristiandad: que nacemos en cristiano, que vivimos en cristiano. Y es un cristianismo de los pelotazos, que te bautizan, que haces la Comunión, que te Confirman, que te casas y que te entierran. Y no… Hay que vivir la experiencia del encuentro con Cristo. Un catecumenado, que te conviertas, que te madure… es otro concepto. La cristiandad es lo que tienes que creer, la que tienes que practicar y lo que tienes que cultivar como actor religioso. Varía por completo. Todos los que vienen de allí vienen descubriendo qué es ser cristiano.

-¿Por qué no se ha hecho misionero?

-Porque el obispo nunca me ha destinado.

-¿Usted lo ha intentado?

-Todos los años. El obispo me ha dicho que no lo pida más, que cuando él quiera me lo dirá.

-No quiere quedarse usted con esa espinita.

-Espinita, ninguna. Yo vivo en permanente estado de misión. Voy a donde me mandan. Si mañana el obispo me mandase a Pozoblanco, en Pozoblanco amanecería. Que me da igual.

-Qué piensa de la gente que no cree.

-Respeto. No vamos a ser juzgados por la fe. La fe es descubrir lo que soy para Dios, saber que te necesita y que te capacita. La fe esa saber que Él te necesita para amar.

-La fe en Córdoba. ¿Cómo la ve?

-Córdoba es una sociedad secularizada como lo está todo el mundo. El Papa ha mandado este año el relato del Domund con los dos de Emaús, porque es un símbolo de la tristeza, del desencanto, de la frustración, de estar de vuelta. Córdoba tiene un buen índice de respuesta, por ejemplo con las cofradías. A mí me adoran los míos, pero ellos saben que no soy cofradiero, aunque es verdad que les doy gloria.

-Entenderá que le pregunte acerca del Informe del Defensor del Pueblo sobre los abusos sexuales de religiosos. ¿Eso no tiene perdón de Dios, no?

-No, no lo tiene. En absoluto. Sin paliativos. El problema viene cuando se utilizan esos datos para bombardear a la Iglesia, cuando el mayor índice de casos se da en el ámbito familiar y privado. Pero que eso se dé no tiene perdón, insisto. Yo he tenido que actuar en Córdoba por casos así.

-¿Recientemente?

-Absolutamente reciente. De unos años a aquí. Había una denuncia contra un sacerdote, y sabíamos de dónde procedía la denuncia. Inmediatamente ese cura fue apartado de todo. Luego la cosa no fue a más. Era una revancha.

-¿Era una denuncia falsa, entonces?

-Nunca se ha podido saber más del asunto. Y aunque la denuncia no ha prosperado ese cura se ha quedado fuera de todo de por vida. Así es como actuamos.

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