Rajoy rechaza la exigencia de López de beneficiar a los presos etarras

La postura oficial es que, mientras ETA no se disuelva, no hay movimientos que hacer, y así se lo dejó ver ayer el Gobierno a López, tanto en su discurso como en la escenografia que rodeó su primera entrevista con Mariano Rajoy. Pero, después de hora y media a solas con el jefe del Ejecutivo, el lendakari López sorprendió a los periodistas al asegurar que ve a Rajoy «receptivo» y al mostrarse «convencido de que, antes o después, el Gobierno de España acabará aplicando una política penitenciaria más flexible» porque es «un asunto de Estado». No obstante, fuentes gubernamentales aclararon que López sabe que la postura de Rajoy «no ha cambiado».

A diferencia de lo que ocurría en tiempos de Zapatero, en los que la visita del lendakari —fuera Ibarretxe o luego López— se rodeaba de cierta excepcionalidad protocolaria, Rajoy intentó diluir el evento en su agenda. Recibió a López por la tarde, después de ver al presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, y luego La Moncloa guardó silencio. «El Gobierno tiene sus propios mediadores», decía el delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, a media mañana, contestando a la decisión de López de permitir que el PSE se reuniera con los «verificadores» del alto el fuego que lidera Brian Currin. Y Santamaría lo remachó a mediodía: «El presidente del Gobierno le trasladará a Patxi López lo mismo que a los ciudadanos: que el Estado de Derecho sigue vigente y que todas las leyes, también la penitenciaria, debe aplicarse y no va a haber ningún tipo de concesiones».

López defendió la legalización de Batasuna para evitar que la «izquierda abertzale» siga haciéndose la «víctima» a fin de ganar votos. «No les hagamos la campaña», insistió.