Candidatos a reflotar un partido hundido
Con el batacazo que pronostican todas las encuestas, el PSOE busca un nombre que logre movilizar a los socialistas
Candidatos a reflotar un partido hundido
José Luis Rodríguez Zapatero lleva más de una hora replicando a la oposición en el último debate económico en el Congreso. El presidente del Gobierno no ha conseguido retener ni siquiera a los diputados socialistas en sus escaños. En el Grupo Socialista sólo aguantan la ... larguísima y monótona intervención de su jefe de filas la mitad de sus miembros. El resto ha «huido» a la cafetería, al fumadero o a sus despachos. «¡Qué pesado!», dice alguien desde su escaño, un comentario que se escucha en todo el hemiciclo con claridad y que anima a otros a seguir ese camino: «Eres más pesado que una vaca en brazos». Hay más bostezos que aplausos entre los diputados socialistas, mientras Zapatero no debate, sino que trata de enseñar a todos los portavoces lo equivocados que están en sus críticas. Uno a uno, no deja de responder nada, pero tampoco convence ya a nadie. El tedio y la melancolía ganan.
Esa misma mañana, el inicio de depresión en la bancada socialista se torna en pocos minutos en un subidón de adrenalina y moral. Toma la palabra Alfredo Pérez Rubalcaba para detener el «obús» que le acaba de mandar el PP, en forma de actas de ETA. Rubalcaba dice exactamente lo que quieren oír los socialistas, tacha de «bazofia llena de mentiras» el documento de la banda y arremete contra los populares. Los socialistas aplauden, le jalean, gritan «¡Muy bien!», como diciéndose entre todos que sí, «que aún hay partido».
Rubalcaba es el alumno aventajado del PSOE ahora mismo, señalado por su «profesor», Zapatero, en octubre del año pasado cuando le nombró vicepresidente primero del Gobierno. Desde ese momento se le adhirió la vitola de «sucesor». Rubalcaba es el único miembro del Gobierno que consigue subir el ánimo decaído de los suyos, y además es el mejor valorado del Ejecutivo: 5,32. Es el único aprobado, con dos puntos más que el jefe del Gobierno (3.30), según el último barómetro político del CIS, correspondiente al pasado enero.
Perder por menos
Con una ventaja apabullante del PP en todas las encuestas (le dan diferencias de hasta 18 puntos respecto al PSOE), Rubalcaba podría ser un candidato para «perder por menos». La remontada de los socialistas, objetivo que se propuso Zapatero cuando cambió su Gobierno en octubre, está cada vez más alejada, pero existe la convicción de que Rubalcaba podría movilizar a una parte de los simpatizantes socialistas desencantados que en este momento optarían por la abstención. Con él como cabeza de cartel el PSOE probablemente seguiría perdiendo en las urnas, pero no es lo mismo hacerlo por 18 puntos que por diez o incluso algo menos.
El vicepresidente primero tiene, sin embargo, un problema que se llama «caso Faisán» . El martilleo constante del PP en el Congreso por el chivatazo a ETA en 2006 ha conseguido poner nervioso a Rubalcaba, quien sólo responde ya con ironías y contraataques, pero que sigue sin dar una explicación sobre lo sucedido en el bar Faisán de Irún el 4 de mayo de aquel año, en plena negociación del Gobierno con los etarras durante la tregua. Si por la vía política la situación de Rubalcaba empieza a complicarse por su falta de transparencia, por la vía judicial el «caso Faisán» avanza y el desenlace es imprevisible. A esto se unen las actas que levantó ETA durante la tregua , que se pueden creer o no, pero han despertado la sospecha sobre los «engaños» del Gobierno a la opinión pública, ya que no se ha ofrecido una explicación alternativa y completa.
Valoración de Chacón
Junto a Rubalcaba, la ministra de Defensa, Carme Chacón , aparece en la línea de salida de la carrera sucesoria. A Chacón le convenía ganar tiempo antes de que Zapatero desvelara su futuro. Una fuerte derrota de los barones el 22 de mayo, y del partido en su conjunto, haría perder fuelle a Rubalcaba, que ahora tiene un apoyo mayoritario. En ese escenario, ella aparecería como alternativa, con sus espaldas intactas tras el revés electoral. La ministra ha dejado descubrir sus intenciones, lo que se ha considerado como un error en el cálculo de sus tiempos. La firmeza del Gobierno ante la guerra de Libia puede fortalecer su imagen, aunque corre el riesgo de que se convierta en un bumerán, por la aparente improvisación en algunas de las decisiones que se han tomado hasta ahora respecto a la misión española.
Chacón contó con el apoyo inicial de José María Barreda , quien elogió su juventud y su futuro, pero el presidente autonómico de Castilla-La Mancha acabó virando hacia Rubalcaba. La ministra de Defensa arranca la carrera con una valoración a la baja en las encuestas. En enero obtuvo en la encuesta del CIS un 4,49 (casi un punto menos que Rubalcaba), pero su caída ha sido constante, ya que hace dos años era el miembro del Gobierno mejor valorado, con un 5,35.
José Bono tiene la habilidad de aparecer en todos los debates (y las tertulias de café) sobre la sucesión de Zapatero, aunque él ha negado que pretenda competir. Pero Bono siempre está ahí y su despacho en el Congreso ha sido en los dos últimos meses centro de intrigas «palaciegas», por donde han pasado José Luis Rodríguez Zapatero (dos veces), José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba. «Hemos hablado de lo que ustedes imaginan», dijo Bono a los periodistas tras reunirse con Zapatero durante casi dos horas. Bono, que perdió frente a Zapatero en el congreso federal del año 2000 por nueve votos, ha buscado un mayor protagonismo desde octubre del año pasado, justo cuando Zapatero señaló a Rubalcaba como «número dos». El presidente del Congreso rompió la neutralidad que corresponde a su cargo y se hizo más visible al tomar partido a la hora de criticar con dureza al líder de la oposición, Mariano Rajoy. Justo antes de dejar el Gobierno, José Bono era el segundo mejor valorado del Gobierno, con un 5,28, detrás de Pedro Solbes (5,29), según la encuesta del CIS de enero de 2006.
Blanco se la juega
José Blanco ha tratado de formar «tándem» político con Alfredo Pérez Rubalcaba, de tal forma que su futuro parece unido. El ministro de Fomento quedó en parte relegado cuando Zapatero eligió a Rubalcaba como vicepresidente, pero siempre ha estado en la «fontanería» del poder interno socialista. Su valoración entre los ciudadanos es baja (3,94 en el CIS de enero de 2011), pero sigue manejando los hilos del aparato del PSOE. Blanco se la juega en las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo, como director de la campaña y responsable, por ejemplo, de «ocultar» a Zapatero en actos políticos.
Guillermo Fernández Vara es uno de los barones territoriales que temían como un nublado que el lastre de Zapatero les restara votos en las urnas el 22 de mayo, de ahí su insistencia en pedir que se clarificara cuanto antes su decisión. Extremadura es de las pocas comunidades donde el PSOE se presenta con cierto alivio en las encuestas, aunque la marca «ZP» también le pase facture. Cuando Vara dijo que España también está preparada para tener un presidente extremeño estaba ampliando el campo de juego del partido de la sucesión, y a la vez estaba reivindicando la voz del poder territorial. El mismo poder que tiene Patxi López, primer lendakari socialista, con un peso específico en el debate interno socialista por el papel del PSE en el cambio histórico del País Vasco.
¿Y si hubiera un «tapado» para suceder a Zapatero? Es una posibilidad que nadie descarta y el precedente no es otro que el propio Zapatero, cuando accedió a la secretaría general desde su escaño en el Congreso y con un trabajo parlamentario a su espalda desconocido para la gran mayoría.
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