El principio del fin del caso Mari Luz

El juicio, para el que se han acreditado más de 200 periodistas, comenzará el miércoles a las 9.30, y se desarrollará en sesiones de mañana y tarde hasta el próximo día 25. El primer día comparecerán los principales procesados y posteriormente en días sucesivos, comparecerán los testigos y técnicos propuestos por las diferentes partes, unas 60 personas. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado garantizarán la seguridad en los traslados a los juzgados de los acusados para evitar los altercados ocurridos en ocasiones anteriores. En una de las anteriores comparecencias de Del Valle, más de 600 personas se agolparon a las puertas de la sede judicial para protestar e increpar a los acusados. Hubo 5 detenidos y varios periodistas y agentes policiales heridos. Los detenidos pasarán el día entero en la Audiencia de Huelva y se utilizarán diferentes recorridos para su retorno a la prisión. Allí, permanecerán aislados cada uno en su celda, en el ala de enfermería de la cárcel, y entre ellos habrá siempre un interno de apoyo para que pueda avisar en caso de producirse cualquier incidencia.

Los hechos que ahora se juzgan sucedieron en el barrio onubense del Torreón cuando a las cuatro de la tarde del 13 de enero de 2008, la niña Mari Luz Cortés salió de su casa sola para comprar golosinas en un quiosco cercano. En la primera versión de los hechos, Del Valle reconoció que la menor murió en su compañía pero por accidente. «Se dio un golpe mortal en el cabeza tras caer por la escalera del portal», declaró el acusado. El pederasta trató de abusar de la niña y, como la menor opuso resistencia, la golpeó, dejándola inconsciente, según reza el auto. Después, la tapó con un chaquetón y reclamó ayuda a su hermana Rosa para trasladar a la niña en su vehículo y deshacerse de ella. «Ambos se dirigieron a la Marisma del Estero del Rincón, donde Santiago del Valle introdujo a la menor en el agua dejándola parcialmente sumergida». Después de 54 días de búsqueda, el cadáver de la niña, en avanzado estado de descomposición, apareció flotando boca abajo en la ría de Huelva. Las diversas autopsias practicadas al cuerpo revelaron la ausencia de abusos sexuales. La niña, que llevaba puesta la misma ropa del día de su desaparición, se cree que podía vivir cuando fue arrojada al agua o haber muerto anteriormente por el fuerte golpe que presentaba en la cabeza.