OPINIÓN
Salvar la España insolidaria
Le han bastado apenas cien días a Mariano Rajoy para comprobar que muchas de las voces convocadas para renunciar a privilegios, asumir sacrificios o remozar el sistema intentan todavía salir por la tangente
MANUEL ERICE
Le han bastado apenas cien días a Mariano Rajoy para padecer en carne propia la mayor de las enfermedades que amenaza España: la insolidaridad. Conscientes o no de que nuestro sistema económico-político-institucional se halla de verdad contra las cuerdas por primera vez ... en 35 años, muchas de las voces convocadas para renunciar a privilegios, asumir sacrificios o remozar el sistema, y no precisamente las más desfavorecidas, intentan todavía salir por la tangente.
Como si el gravísimo problema de supervivencia que afronta este país pudiera solucionarse con clásicas apelaciones al egoísmo localista, partidista o ideológico, el nacionalismo pretende burlar la amnistía fiscal que, guste o no, será de aplicación general; IU intenta hacerse fuerte en Andalucía con un programa radical que demanda más gasto público, se lleve o no por delante lo que queda del sistema, y el socialismo en la oposición ya avisa de que con ellos que no cuenten para más sacrificios, bajo la excusa de que el Gobierno actúa unilateralmente. Una suerte de patada final al mantra de “arrimar el hombro” que acaparó el mensaje tardozapaterista.
A pesar de que la semana pasada el debilitamiento de la deuda española despertó el fantasma de la intervención, más que una España dispuesta a sacrificarse y a hacer bueno el espíritu constitucional de la solidaridad (social e interterritorial), más que la España que prime aquello que nos une, como intenta promover ABC , sigue existiendo el riesgo objetivo de que los españoles primemos intereses particulares o grupales por encima del general y nos suicidemos definitivamente.
La ironía es que una vez consumado el suicidio, muchos seguirían convencidos de que han cumplido con su deber muy dignamente. ¿Nos queda tiempo para evitarlo?
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