«¿Qué significa que no acatáis? ¡Si acatasteis hasta el 155!»
La guerra fratricida entre ERC y JpC evidencia que el conflicto es local
Elecciones Cataluña: Quim Torra anuncia nuevas elecciones catalanas y rompe con ERC
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Iniciar sesiónEsquerra quiere elecciones pero Convergència también las prepara. Muchas veces resulta poco creíble la explicación fratricida de este viejo conflicto. Poco creíble para los independentistas de buena fe y poco creíble para el resto de España. Pero ayer volvió a quedar claro el alcance ... puramente autonomista de un desafío, que tanto ERC como JxCat como la CUP, han querido hacer ver que era contra el Estado para movilizar más a sus votantes.
En este sentido, Esquerra reprochó ayer a los convergentes que finjan que van a desbordar un marco legal que no desbordaron ni el 27 de octubre de 2017, tras la declaración de independencia. «¿Qué significa que no acatáis la decisión del Supremo, si acatasteis el 155 y las elecciones que convocó Rajoy ? ¡Acató hasta la CUP!», le espetó un alto dirigente republicano a Josep Costa, vicepresidente primero del Parlament. En ERC creen que Torra «legitimó al Supremo cuando le presentó recurso por su inhabilitación y no es serio negarle ahora la legitimidad porque no le ha dado la razón». También opinan que a Torra «no lo quieren ni los suyos» y que «si fuera por él, convocaría elecciones hoy mismo, pero Puigdemont todavía está calculando qué fecha le conviene».
Esquerra tiene claro que, en cualquier caso, su candidato será Pere Aragonès, es decir, Oriol Junqueras . El indulto, la modificación del Código Penal o cualquier otra fórmula que el Gobierno encuentre le procurará al líder preso un pronto regreso a la libertad y, por lo tanto, a la política, en tanto que la inhabilitación se extingue con la pena. Pero «pronto» no significa «inmediato» y Junqueras ha elegido a Aragonès porque nadie le debe tanto la vida como él, ni nadie tiene un perfil político más bajo, ni está tan dispuesto a obedecerle de un modo tan incondicional, ni aceptará con tanta sumisión que cuando el líder regrese, le relegue a su eterno papel de segundón.
En Convergència, la primera tentación fue volver a presentar a Puigdemont para forzar luego a ERC a investirle en la distancia -pese a la manifiesta ilegalidad de tal iniciativa- y acusar a Torrent de traidor si no lo hacía. Una vez el fugado se ha convertido en eurodiputado ha renunciado a esta estrategia porque tendría que renunciar a su escaño europeo y a su inmunidad. Sin embargo, y sea quien sea su candidato, esta inmunidad es la que le permitirá ser la estrella de la campaña de Junts per Cataluña en la próxima campaña. Para el 27 del próximo mes ha programado un gran mitin en Perpiñán, al que se esperan que acudan unas 100.00 personas.
Así las cosas, el primer nombre en el que pensó para sustituir a Torra, a quien da ya por amortizado, fue el de Laura Borràs. De haberse impuesto, habría sido la primera mujer presidenta. Está bien vista en el sector más ultra del independentismo y tiene más épica y facilidad de palabra que su rival , Pere Aragonès. Pero la investigación que en diciembre le abrió el Supremo por corrupción dejó su candidatura tocada de muerte.
Tras conocerse esta investigación, y las evidencias que encerraba, reflejadas en algunas conversaciones telefónicas interceptadas, Puigdemont pensó en Marta Madrenas, la alcaldesa de Gerona. Fue un síntoma que la CUP le aprobara insólitamente los presupuestos. El acercamiento entre el candidato de la CUP, Carles Riera, y Puigdemont, se hizo evidente en Estrasburgo, en la toma de posesión del escaño de este último. Con el apoyo de la CUP a Madrenas, Puigdemont podría agotar la legislatura, porque en Esquerra «no tendríamos más remedio que tragárnosla» por el acuerdo que alcanzaron convergentes y republicanos de que la presidencia les correspondía a los primeros, al haber derrotado Puigdemont a Junqueras por dos escaños.
«Escaño asegurado»
El último en optar a la candidatura es el exalcalde de Valls, Albert Batet. El viernes le pidió ayuda a David Bonvehí, presidente del PDECat, para lograrlo, bajo el argumento de que representa la síntesis entre la vieja Convergència y el «puigdemontismo». Pero sin esperar ninguna apoyo oficial, Batet ha empezado ya su campaña: ha reclutado a Ramón Cotarelo, prometiéndole un puesto de «escaño asegurado», después de que en 2017 Puigdemont le prometió ir de 2 por Gerona y al final acabó de 6 y sin premio. Además, Batet, ha acudido a la sastrería Señor -ese tipo de empate a cero que en provincias se toma por lujo- a hacerse unos trajes a medida. Según él mismo confesó a sus compañeros de grupo parlamentario: «Pensaba hacerme sólo uno, pero como estaban de rebajas, me he hecho tres». Batet es conocido en Convergència por su afición a participar en los concursos de comer calçots, y cuando Puigdemont, ya fugado, preparaba su candidatura, se negó a incorporarlo por su perfil más ruralizante que político, pero finalmente accedió, al presentarse Batet en Waterloo con un sobre con 25.000 euros y al cabo de unos días con otro sobre que contenía algo más de 65.000, con los que dijo querer «ayudar desinteresadamente a nuestro presidente legítimo en su lucha contra España», pero con los que al final compró su escaño. Esta vez, ni las penurias económicas de Puigdemont parecen suficientes para justificar un ascensao tan estrafalario.
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