Salvador Sostres
«Puigdemont no sabe cómo rendirse»
«Con los indultos no nos hemos rendido, hemos buscado una solución» se asegura desde el entorno de Aragonès sobre una medida de gracia que será bien recibida en ERC
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Iniciar sesiónLos presos de Esquerra se hicieron los irreductibles, dejando sin respuesta la pregunta del Tribunal Supremo sobre si deseaban ser indultados, pero es la primera y casi única condición que los republicanos le han puesto al Gobierno para aprobar los presupuestos y garantizar la estabilidad ... parlamentaria. En ERC «los indultos serán bien recibidos, como un gesto que cancelará agravios y suavizará las tensiones» . Pero no sólo Esquerra, por tener encerrado a su líder natural, Oriol Junqueras, va a saludar la llegada de las medidas de gracia. También el sector pragmático de Junts, encabezado por Jordi Sànchez, celebra poder salir de la cárcel. «Que haya habido investidura y se haya pactado el Govern no puede desligarse de la inminencia de los indultos», señalan fuentes cercanas al expresidente de la ANC. «Sànchez quiere hacerlo bien, gobernar bien, que el engranaje de la coalición funcione, y para ello es indispensable una buena relación entre socios pero también con el Gobierno».
Los que dentro del independentismo se opondrán a los indultos, y acusarán de traidores a quienes se beneficien de ellos, serán los mismos que se opusieron a la investidura de Aragonès y a la formación del Govern. «Son los del cuanto peor, mejor» , señala un colaborador del presidente. «Con los indultos, no nos hemos rendido: hemos buscado una solución. Pero en el supuesto caso de que esto fuera una rendición, que no lo es, Puigdemont también se quiere rendir, pero no sabe cómo». El dirigente republicano alude a las incipientes negociaciones, interrumpidas por la pandemia, que el exministro Illa apenas tuvo tiempo de esbozar con el abogado Francesc Sánchez, muy cercano a Puigdemont, que aceptaba renunciar a la independencia a cambio de un Estatut mejorado y poder volver a España sin pasar por la cárcel.
Hoy, el fugado, que ya no puede ir por Europa diciendo que es «el presidente de los catalanes represaliado por España», en tanto que no sólo no ganó las elecciones sino que quedó tercero y sin influencia en la negociación y composición del Govern, asiste con impotencia al hecho de que su estrella se apaga . «Pareció un genio fugándose a Bélgica» , sostienen desde Esquerra, «pero ahora es un pobre hombre. No tiene una estrategia de retorno y ha perdido las elecciones».
La CUP, «no me hables de la CUP» , me corta el estrecho colaborador de Jordi Sànchez, «son unos oportunistas que siempre dan lecciones y nunca se juegan nada. Ni un sólo represaliado por el 1 de octubre, ni por ninguna otra causa. Nada. Son unos comediantes. Y además unos farsantes. Si Anna Gabriel está en Suiza no es por ninguna persecución ni represión sino más bien por turismo. Podría volver a Cataluña cuando quisiera y no le pasaría absolutamente nada». El enfado de ERC con los llamados antisistema es igualmente profundo: «Basta ya de la CUP, de verdad: ahora sale esta chica, Mireia Vehí, que es una pija de toda la vida, que su madre es la alcaldesa socialista de Vilafant, y nos ataca por un desahucio ordenado por un juez diciendo que «un Govern que hace políticas de derechas es un ejecutivo de derechas» . «Pero qué dice? ¿Qué derecha? ¿Cómo se atreve? ¡Si ellos votaron la investidura del presidente Aragonès hace dos días!».
Además del cansancio que en ERC y en la parte seria de Junts generan los discursos maximalistas, está claro que con los indultos pierde fuerza y credibilidad la propaganda de presentar a España como un Estado vengativo, represor, poco democrático o fascista. Aquellos «cien años de cárcel» que los independentistas usaron, sumando todas las condenas, para agitar a sus bases, se han visto reducidos a tres y medio, pese a la gravedad de los delitos de sedición y malversación. Todo lo contrario, España podrá presumir de democracia benevolente, compasiva y hasta tierna, pese a que los condenados no se han arrepentido ni disculpado y además vociferan que lo volverán a hacer.
En la línea de las gesticulaciones que empiezan a parecer un tanto ridículas está la visita que Aragonès quiso hacer a la cárcel de Lledoners como el primero de sus actos presidenciales, cuando presos como Jordi Cuixart pudieron acudir sin problema a su toma de posesión, y los que no acudieron fue porque no quisieron gastar uno de sus días de permiso. Llamar «represor» al PSC y al que fuera su líder, Miquel Iceta ha dejado de tener sentido desde que Cuixart le saludó con un notorio y caluroso abrazo en el Pati dels Tarongers.
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