Boicot de Puigdemont a la desesperada
Los diálogos civilizados son entre gobiernos, aunque sean desiguales. Mandar a expresidiarios sin cargo alguno a negociar es una burla políticamente intencionada
Los diálogos civilizados son entre gobiernos, aunque sean desiguales. Mandar a expresidiarios sin cargo alguno a negociar es una burla políticamente intencionada.
Esquerra se toma en serio esta negociación no porque crea que conduce a la independencia sino porque precisamente sabe que no hay camino ... para ella y busca una rendición lo más ordenada y ventajosa posible. JxCat entiende igualmente que la secesión es inviable, pero su actual negocio no es el del posibilismo -como fue el de Jordi Pujol- sino el maximalismo exaltado, y ver qué gana con sus detonaciones de broma, siempre controladas.
Es una pugna entre vencidos y Puigdemont es quien más tiene que perder, porque en la negociación civilizada y en la transacción pactada, su estela se apaga. Tiene tan clara su derrota que está cumplimentando los trámites para obtener la nacionalidad belga, pero de todos modos intenta a la desesperada mantener algún protagonismo forzando el conflicto impostado. Sólo la astracanada folklórica le vale, porque Aragonès ha ocupado el centro y el discurso moderado. Puigdemont el belga intenta llamar a los catalanes a la yihad de la revuelta y la unilateralidad, como si no hubiera sido él el presidente que en 2017 intentó ambas estrategias, y a la hora de la verdad salió huyendo como una rata.
El independentismo ha ensayado todas las vías y en todas ha fracasado. Ahora ya no es «el independentismo». Son simplemente charlatanes de feria ambulante por ver quién se lleva en cada pueblo la mejor tajada.