Puigdemont, el español más vigilado

La operación puesta em marcha, según las fuentes consultadas por ABC, incluyen seguimientos y vigilancias tanto a él como a personas de su entorno político y social que podrían ayudarle para tratar de burlar a la Justicia española y facilitar su presencia física en el Parlamento de Cataluña. Por supuesto, se mantendrá todo el tiempo que sea necesario.

Desde un punto de vista jurídico, según algunos constitucionalistas consultados, sería viable detenerlo en el Parlamento catalán pero a nadie se le escapa que hacerlo supondría tomar una decisión extremadamente delicada y heriría muchas sensibilidades. Para evitar sorpresas, coinciden todos los medios consultados, lo mejor es que no se produzca esta situación y que Puigdemont sea arrestado en el momento en que cruce la frontera.

La vigilancia a Puigdemont comenzó en el mismo momento que llegó a Bruselas y desde entonces se conocen todos y cada uno de sus movimientos. Evidentemente las fuentes no facilitan el número de miembros de las Fuerzas de Seguridad y de los servicios de Inteligencia implicados en esta tarea, ni tampoco los recursos técnicos que se utilizan, pero se trata de una operación muy delicada para España en la que no se quieren cometer errores .

La condición de fugitivo de Puigdemont, sobre el que pesa una orden de busca y captura en España, es la que permite que se haya montado este dispositivo de seguridad. Se trata, al fin y al cabo, de que garantizar que este huido de la Justicia pueda ser detenido en cuanto sea legalmente posible; es decir, en el mismo momentio en que ponga un pie en España. Será entonces cuando sea puesto a disposición del juez Pablo Llarena, magistrado del Tribunal Supremo que lo investiga por los delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos.

El expresidente de la Generalitat huyó de España el pasado 29 de octubre. Cruzó la frontera con Francia a bordo de un todoterreno en el que viajaba con un sargento de los Mossos y el empresario Josep Maria Matamala, y buscó refugio en Bruselas. Comenzaba así una fuga rocambolesca que aún continúa.