Pateras, hachís y muerte
En el barrio de Layaida, en la ciudad de Salé, junto a Rabat, estaban ayer de velatorio sin muerto. Mennana, de 50 años, ha perdido a uno de sus cuatro hijos, al único que vivía con ella y sacaba adelante la casa. Brahim tenía 27 ... años, trabajaba de carpintero y en la madrugada del miércoles se embarcó en una patera con otros 45 jóvenes.
Todo salió mal y la barca naufragó al poco de salir, delante de la playa de Sidi Boughaba, junto al puerto de Mehdía. Las autoridades, que sólo han encontrado un cadáver, han informado de un solo superviviente originario de Salé.
En plena mañana plañidera de Layaida aparecieron dos jóvenes que rápido fueron señalados por los vecinos como supervivientes de la expedición.
«Había dos barcas. Una en la que íbamos 46 personas. Otra en la que iban algunos de los que habían organizado el viaje, que llevaban mucho hachís», relata con rabia Abdeljalil, de 35 años, que asegura que pagó a la mafia 15.000 dirhams (unos 1.350 euros). Junto a él, el otro, Faisal, de 25 años. Dijeron que, al menos, tres más lograron salir con vida.
En ese momento llegó el «moqadem», la autoridad local, que trató de poner fin a las declaraciones y exigió permisos a los periodistas. Abdeljalil se encaró con él a gritos en medio de un corro de decenas de personas.
Abdeljalil y Faisal repitieron la ruta de la desgracia. Mostraron primero la casa de la aldea de Sidi Taybi, cerca del mar, donde los escondieron desde el lunes. Y después, el lugar desde el que embarcaron, donde aún se pueden ver algunos cartones de leche, zumos y botellas de agua.
Batidas buscando cuerpos
«Al poco de salir empezó a entrar agua y el patrón no quiso dar la vuelta», explicó Abdeljalil, que alcanzó la playa cinco horas después agarrado a un bidón. «Cuando volcamos estábamos a unos mil metros de la orilla», añadió Faisal.
Los dos se quejaban de que los que aún estaban preparándose para salir con la otra embarcación, la que llevaba la droga, podían haber hecho algo por ayudarles.
Varios amigos y familiares de Brahim buscaban rastros en la zona. Paseaban por las playas, dejaban sus teléfonos a vecinos y trabajadores y miraban a las olas con la esperanza, al menos, de poder enterrarlo.
Preguntaron también en varios puestos de la Gendarmería de la zona sin obtener más datos que los que ya tenían.
Este corresponsal les acompañó en algunas de las batidas, en las que en ningún momento se observó presencia de las Fuerzas de Seguridad, que el jueves informaron de que seguían buscando por tierra y por mar.
El litoral de Rabat, Salé y la vecina Kenitra no es lugar de salida de embarcaciones con emigrantes clandestinos en dirección a España. Al menos en los últimos años no se tiene noticia de ello sobre todo porque la distancia hasta las costas Andaluzas es de casi 300 kilómetros.
Los dos supervivientes y algunos de sus amigos aseguraban ayer sin embargo que hay una red que gestiona el tráfico de emigrantes clandestinos desde la zona de Kenitra y Salé. Llegaron incluso a dar el nombre de un tal Said Rezouki, apodado Bin Laden, con residencia entre Almería y Albacete.
Abdesalam, el hermano mayor de Brahim, andaba cabizbajo y hundido por la arena mojada de la playa de Sidi Boughaba. «Hasta el último momento le dije que no se fuera, que era muy arriesgado. Pero él estaba decidido. Me llamó en el momento de ir a embarcar y me dio recuerdos para mamá. Intenté llamarlo de nuevo pero ya no contacté con él».
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