Miles de personas desafían a la Junta Electoral en la Puerta del Sol

A lo largo del día, miles de personas se fueron uniendo a los jóvenes que pernoctaron en la céntrica plaza madrileña hasta llenarla por la tarde. Unas siete mil personas en total que cantaron, bailaron y permanecieron en alerta ante cualquier movimiento de la Policía que los vigilaba.

La mayor ovación se produjo cuando varios de ellos colgaron un cártel que rezaba «No somos antisistema. El sistema es antinosostros» . La pancarta, visible en toda la plaza, fue colocada en los andamios de un inmueble situado entre las calles Preciados y del Carmen. Tras hacerla visible, los congregados comenzaron a gritar «la voz del pueblo no es ilegal». Esta consigna se mezcló con otras como «Mañana nos veremos otra vez» y «Lo llaman democracia pero no lo es». Una de las personas mayores que asistió a la manifestación explicó a ABC que había acudido a la protesta por «su deber a la honradez». Mientras, uno de los portavoces de la organización, Leopoldo (33 años), confesaba que al existir grupos tan heterogéneos dentro de la protesta costaba mucho coordinarse. «Sin embargo, al final se llega siempre a un consenso porque todos tenemos el mismo objetivo: cambiar las cosas». En una posible comparativa con mayo del 68, Leopoldo cuenta que la lucha de ahora «es más romántica porque no hay violencia».

Dos horas antes del inicio de la concentración, la Junta Electoral la prohibía al considerar que considera que podía «afectar a la campaña electoral y a la libertad del derecho de los ciudadanos al ejercicio del voto». La Policía pidió la documentación a los jóvenes que intentaban acceder a la Puerta del Sol, pero en ningún momento actuaron contra ellos . Los efectivos de los 15 vehículos de la Unidad de Intervención Policial (UIP) recibieron a última hora de la tarde la orden de Delegación del Gobierno de no desalojar ni cargar contra los manifestantes.

Al filo de la medianoche, la lluvia hizo su presencia y la Plaza se vacío. Sólo unas doscientas personas se quedaron para pasar una tercera noche a la intemperie. La protesta aún no ha terminado.