Ignacio Garriga, opositor de conciencia a Sánchez

«Intenté dar la batalla de las ideas, pero me fui hastiado», recuerda sobre su pasado el diputado de Vox que defenderá la moción de censura contra Sánchez. Con veinte años, Garriga se metió en el grupo de los «disidentes» que apoyaba la candidatura alternativa de Montse Nebrera contra Alicia Sánchez-Camacho. Era 2008. Hoy respira aliviado porque «por suerte» no aparece en el vídeo que circula en internet donde se recoge el momento en el que unos jóvenes sacan a hombros y al grito de «¡torera!» a su candidata del hotel donde el PP regional se quebró en dos en un congreso traumático. Luego Nebrera daría un viraje de 180 grados y abrazaría el separatismo. «Vergonya», piensa hoy el diputado de Santiago Abascal que habla catalán a la perfección pero prefiere el español en la intimidad.

Aquella primera experiencia política fue una gran decepción, aunque le serviría para agudizar el instinto: «Aprendí la importancia de la coherencia del mensaje». Dio el salto a Vox en cuanto se fundó y en 2015, fue candidato en su municipio, aunque no sacó representación hasta que en 2019 logró el escaño como diputado nacional por Barcelona.

Sus compañeros destacan sus profundas convicciones (conservadoras) y su aplomo . «Exhibe una enorme seguridad en sí mismo», comentan. «Me identifico al 90-97 por ciento con Vox. Si estuviera al 100% de acuerdo con todo, el partido lo habría fundado yo», afirma con gran desparpajo. Y dejando claras sus prioridades: «Yo hubiera iniciado la legislatura dando la batalla a la ley del aborto». La suya es oposición de conciencia a Sánchez.

Abascal ha confiado en él para desarmar al Gobierno «criminal» y «totalitario»de Sánchez en el Congreso, y espera también que la moción le encumbre como candidato a las elecciones catalanas. «Soy consciente de que habrá un antes y un después, me va a catapultar», concede el diputado.

Lleva casi un mes preparando el encargo del jefe con la misma dedicación como si se presentara a Notarías. «Tengo vida de opositor», describe desde su «búnker» barcelonés. Aunque sabe que no aprobará el examen a la primera, espera que le vaya tan bien como hace tres años le fue a Irene Montero, ariete de Pablo Iglesias en la moción fallida contra Rajoy . Ha revisado aquella sesión, también la que tumbó al PP: «Me dio paz ver la intervención de Ábalos, ¡qué flojete y qué pena! ¡Y eso que solo tenía que centrarse en la corrupción!», resuelve. Aunque no tiene claro quién será su contrincante en la tribuna: «A ver quién me hace la réplica. Con tal de despreciarnos, Sánchez se borra».

Fue «La Cloti» quien le mostró la importancia de defender a la familia y un futuro de sus hijos «con esperanza». Garriga pide nombrar a su mujer, Violeta, con la que tiene cuatro niños, de entre 8 y 2 años. «Sin ella nada sería posible. Y ya sabes que detrás de un hombre...» También le inculcó el patriotismo, «pero no de trapo, como ridiculiza la izquierda, sino su amor a España, reconocida en lo fundamental, su identidad cristiana, un pueblo hermanado» , comenta.

Garriga, al que pronto le señalaron como «el negro de Vox», recuerda que hubo un tiempo en el que Guinea Ecuatorial, de donde procede su familia materna, era tan española como Tetuán. Y así se sintieron siempre los Vaz de Concicao.

En abril de 2019 cambió su cómoda vida de odontólogo por el escaño de Vox en Madrid. «Ganaba más. Pero no podía quedarme ahí parado». Es consciente de que el regreso a la vida civil se antoja difícil. «Será un problema porque la mayoría de dentistas somos autónomos y yo prestaba servicio en clínicas independentistas. Supongo que montaré la mía propia, ya veré», zanja despreocupado.

Por el momento, debe pasear por Cataluña con escolta. «Solo somos tres los escoltados, Javier (Ortega Smith), Santiago (Abascal) y yo . Ya me he acostumbrado», dice tras repasar el último episodio violento que le hizo llegar a casa, en plena fiesta de cumpleños de su hija, con la ropa manchada por el recibimiento a pedradas que le hicieron los radicales en pleno centro de Barcelona.

«La Cloti» falleció el 20 de septimbre por coronavirus a los 73 años de edad y orgullosa de que su hijo desafiara al presidente del Gobierno. «Ella supo que iba a defender la moción, Su salud ya era precaria hacía un tiempo pero siempre estaba pendiente de la televisión, me animaba a seguir luchando», cuenta Garriga, quien asume el reto con pundonor. «Es un honor pasar a la historia en un momento tan crítico , verbalizar lo que millones de españoles piensan del Gobierno» . «Por fin no habrá filtros de la prensa. Será, ¡pam!, colocar el mensaje. Una oportunidad histórica», concluye, confirmando las altas expectativas que tiene Vox.