Hilo directo con la cárcel

La celda en Marruecos de Hassan El Haski, condenado por el 11-M, parece una oficina de prensa. El detenido está haciendo lo imposible por que no le devuelvan a España

Hilo directo con la cárcel

«¿Hassan El Haski, por favor?» «No, ahora no se puede poner. No está con nosotros». «¿Cuándo puedo hablar con él?» «Llama mañana, sobre las diez de la mañana estará disponible». Esta conversación, de lo más corriente por su contenido, no lo es tanto. El ... periodista ha llamado a una cárcel y ha preguntado a través del teléfono móvil por uno de los marroquíes condenados por el atentado terrorista del 11-M en Madrid.

El Haski se encuentra en una celda de la cárcel de Salé, ciudad vecina de Rabat, cuyos muros de hormigón lindan con la sede del tribunal antiterrorista que lo está juzgando por los ataques de 2003 en Casablanca. Fue absuelto en primera instancia el 5 de febrero, pero el proceso se retomará dentro de unos días en apelación a petición del fiscal.

No hace falta ser excesivamente influyente para acceder a teléfonos móviles en las superpobladas cárceles marroquíes. Abundan a pesar de estar prohibidos.

Así es como en la de Salé Hassan El Haski parece haber encontrado los medios necesarios para poner en marcha una campaña que persigue como objetivo principal, además de declararse inocente, lograr cumplir lo que le queda de sus catorce años de pena en territorio marroquí.

El preso al habla

Primero distribuyó a comienzos de esta semana a la opinión pública un manuscrito fechado en el mes de enero y del que ya informó ABC el pasado miércoles. Consiguió difundirlo gracias a la asociación de presos salafistas Ennassir, con sede en un popular barrio de Casablanca. Poco después, el detenido hacía saber que contaba además con un teléfono móvil al que se le podía llamar a determinadas horas del día. Del aislamiento y las torturas a las que, como denunciaba en su carta, fue sometido en distintas cárceles españolas, ha pasado a tener casi una oficina de prensa entre rejas. Al día siguiente, a la hora acordada, este corresponsal vuelve a marcar el número de teléfono que le han facilitado. El sonido es bueno, pero El Haski dice que no anda fino en español y, tras un breve intercambio de palabras en castellano, prefiere pasar al árabe.

Hace de intérprete uno de sus compañeros. Kamal Chattbi, que es quien emplazó al informador la víspera a llamar al día siguiente. Habla bien español. Su nombre saltó a los medios de comunicación cuando protagonizó el año pasado la fuga más espectacular de una cárcel de Marruecos.

Chattbi y otros ocho internos, todos con importantes penas, huyeron en abril a través de un túnel del centro penitenciario de Kenitra, de los mayores y más seguros del reino alauí. «No te puedo decir» cómo se consiguen los teléfonos. «Entiende por qué. No importa cómo los hemos traído. Hay teléfonos aquí y ya está. No sigas con esas preguntas». El que responde sin ni siquiera detenerse a traducir a su compañero es Kamal Chattbi.

La primera pregunta que sí llega a El Haski es por qué se considera representante y defensor de los marroquíes condenados por los atentados del 11-M, como explica en el referido manuscrito. «Estamos todos juntos allí. Todos los prisioneros vivimos la misma situación». Ante la insistencia del informador dice que él «no es el representante. Hablo de ellos y ya está». Hablo porque «ellos quieren».

«España es Guantánamo»

El Haski no parece sentirse cómodo con la conversación y dice que es mejor que el periodista continúe la entrevista con su abogado. En repetidas ocasiones Khalil Idrisi ha declarado que su cliente ha sido torturado por las autoridades españolas y que intentará que no regrese a ése país tras el periodo de seis meses que ha sido cedido a la Justicia marroquí gracias a los acuerdos bilaterales suscritos por ambos países.

Aunque legalmente un condenado puede ser transferido a un presidio en su país de origen, el proceso no es sencillo y no se podrá poner en marcha hasta que El Haski se encuentre de nuevo en España. ¿Las cárceles de España son peores que las de Marruecos? El prisionero no tarda en responder a esta pregunta. «Mucho peor. Es Guantánamo», señala, comparando las prisiones españolas al centro norteamericano como ya hizo en su manuscrito. «Quiero quedarme aquí».

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